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La insignia
4 de mayo del 2006


Más allá de la crisis de FMI
(que ahora toma su propia medicina)


Humberto Campodónico
La República / La Insignia. Perú, mayo del 2006.


La semana pasada, durante la reunión de primavera (boreal) del FMI en Washington, sonaron las alarmas financieras. Esta vez no se trataba de la crisis de los países asiáticos ni de algún otro "mercado emergente". El problema es que al FMI le ha llegado lo impensable: el 2007 tendrá un déficit de 83 millones de dólares, que aumentará a 206 y 299 millones en el 2008 y 2009, respectivamente.

¿Qué va a hacer el FMI? Pues tomar un poquito de su propia medicina, recortando el gasto en 1% en términos reales sobre todo los sueldos, que van desde 12.000 dólares al mes (los economistas novatos) hasta 25.000/mes de los gerentes de Área (más que el sueldo del jefe de la Reserva Federal, Ben Bernanke).

La disminución de sueldos (que no pagan impuestos debido a que gozan de una exoneración explícita) que hace el FMI es ínfima, cuando se compara con los drásticos recortes fiscales que recomienda a los países en desarrollo, incluidos los más pobres. El FMI también aumentará sus ingresos, vendiendo parte de sus reservas de oro.

El detonante inmediato ha sido el pago adelantado de las deudas de Argentina y Brasil (9.500 y 15.570 millones de dólares respectivamente), lo que hace que los ingresos por intereses caigan entre 218 y 363 millones anuales. Esta reducción puede parecer pequeña en relación a las reservas del FMI, que superan los 8.700 millones, "pero aun así equivale a un tercio del nivel de gasto anual actual", dice el informe preparado por el director gerente del FMI, el español Rodrigo Rato.

A esto se suma el "exceso de ahorro global" producido por la boyante economía mundial: el aumento de reservas internacionales de países grandes como China, India, Brasil y los tigres asiáticos, así como de los países exportadores de petróleo, hace que ya no recurran a los préstamos del FMI. En efecto, desde el 2003 a la fecha, la cartera de préstamos del FMI ha caído de 107.000 a 33.900 millones de dólares.

El problema no es solo el déficit sino su incapacidad para afrentar las crisis asiática, rusa, brasileña y argentina. Por eso, lo que está en cuestión aquí es el "enfoque monetario de la balanza de pagos" que el FMI ha venido utilizando desde sus inicios. Este enfoque propone una "condicionalidad" de ajuste recesivo que agrava las crisis, por lo que ha sido denunciado desde hace décadas (ver "El FMI se quedó dormido en el volante", 11/3/2006).

También se le critica su inacción con los enormes "desequilibrios globales" causados por los déficits gemelos de EEUU (cuenta corriente y fiscal) y que "no haga nada" (según EEUU) para obligar a China a que revalúe el yuan, para así detener el déficit comercial de EEUU.

Para afrentar estos problemas, el FMI está preparando varios documentos para su reunión anual en Singapur en setiembre próximo. Un problema es la gobernabilidad del FMI, hoy en manos del Grupo de los 8. La presión de muchos miembros para aumentar su participación en el capital del FMI (lo que otorga mayor influencia en su directorio) conlleva una fuerte lucha, pues algunos tendrán que ceder poder (¿quiénes?) ante la fuerza de los "emergentes".

La gobernabilidad también incluye una propuesta para el cambio del método de elección de su director gerente pues, hasta ahora, la "tradición" manda que el jefe del FMI sea un europeo y el del Banco Mundial sea estadounidense. Esta "tradición" feudal ya no la aguantan los "países emergentes".

Tenemos, entonces, la crisis de una institución clave en la época de la globalización, a la cual se suman los problemas del Banco Mundial (hay un grave desencuentro entre el halcón bushiano Paul Wolfowitz y su staff; ver editorial de Sebastián Wallaby en el Washington Post, 24/04/2006) y la crisis de la Organización Mundial de Comercio, pues la Ronda de Doha no sale de su marasmo debido a que subsisten las diferencias de países industrializados para reducir los subsidios agrícolas.

En un mundo cada vez más globalizado, pero sin instituciones globales fuertes -la más importante, Naciones Unidas, también está en crisis- el resultado es que no hay gobernabilidad; y por tanto, prima la ley de la selva. ¿No es cierto?



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