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La insignia
13 de marzo del 2006


Conceptos tradicionales y nuevos enfoques

La cultura (III)


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Diálogos
Fernando Silva Santisteban
La Insignia. Perú, marzo del 2006.



Cultura y sociedad, relaciones y deslindes

La cultura no puede ser comprendida sin el entendimiento de la naturaleza de la sociedad con la que constituyen unidad. La cultura, como resultado de la interacción entre los grupos sociales y la naturaleza exterior y de esos grupos con otros grupos sociales, se revela como un conjunto de rasgos y productos de la actividad social que denotan la especificidad de un grupo social. Es entonces cuando se objetivan las realizaciones colectivas y nos referimos a ellas como a "una" cultura concreta, que existe o que ha existido en un determinado tiempo y lugar. Así hablamos de cultura minoica o de cultura incaica y ampliando más los alcances del término podemos hablar de civilización occidental o de civilización andina, porque la civilización no es otra cosa que el grado máximo de desarrollo y complejidad de la cultura. En los dos primeros ejemplos se aplica el concepto a dos formas de vida y expresiones peculiares de sociedades que han existido en distintas épocas de la historia y en diferentes lugares del planeta, en los últimos a las manifestaciones culturales de dos diversos conjuntos de sociedades de Occidente y de América que estuvieron caracterizados por notorias tendencias y rasgos culturales en sus respectivos procesos de desarrollo.

Acerca de la naturaleza, relaciones y correspondencias que se refieren a los conceptos de sociedad y cultura, de manera muy sucinta se puede establecer las siguientes premisas:

1. La sociedad no es condición exclusiva de la especie humana, puesto que existen sociedades de animales que tienen por objeto la misma función primordial: la supervivencia de los individuos de la especie.

2. La condición social es necesariamente previa a la existencia de la cultura, ya que la cultura como resultado del aprendizaje y de la acumulación de información es consecuencia de la interacción social.

3. Tampoco la cultura es atributo exclusivamente humano. Está bien documentada la existencia de cultura animal, y las diferencias entre la cultura humana y la cultura animal no son de orden cualitativo sino de grado cuantitativo. Pero existe una enorme distancia entre el psiquismo y las formas de cultura animal y el pensamiento humano como resultado del lenguaje simbólico y la capacidad de abstracción.

4. Sociedad y cultura no son sinónimos. En la esfera de lo humano la sociedad es un pueblo, un conjunto orgánico de individuos en interacción. Mientras que una cultura consiste no en el grupo propiamente sino en sus modos de pensar y actuar, esto es, en el comportamiento social. Por tanto, una sociedad es un conjunto de individuos que obra de acuerdo con su cultura.

5. La cultura es el resultado de la interacción entre los individuos de los grupos humanos cuanto de los grupos humanos y la naturaleza exterior.

6. Son las necesidades humanas, sociales e individuales, las que originan el dinamismo de la cultura.


La cultura, genéticamente hablando

Hasta no hace mucho, en la mayoría de las definiciones antropológicas se tenía cuidado en señalar que la cultura tenía carácter extrasomático y era transmitida por mecanismos distintos a los de la herencia biológica. Sin embargo, aún antes de que Darwin publicase el Origen de las especies ya Spencer había especulado sobre el origen de la cultura y de la sociedad humana, remontándolas a un inicio común desde el cual evolucionaron hasta el grado de complejidad con que ahora las conocemos. Cuando apareció el libro de Darwin lo acogió Spencer con gran entusiasmo y aplicó algunos principios darwinianos a su teoría del desarrollo de las sociedades. Fue él quien popularizó la palabra evolución -que Darwin casi no usaba- lo mismo que la frase "supervivencia de los más aptos". Pensaba Spencer que los hombres civilizados heredaban la esencia de la civilización, en tanto que los descendientes de los grupos primitivos carecían de la posibilidad de civilizarse porque no tenían cómo heredar una esencia no adquirida. Las sociedades se enfrentan al medio para transformarlo y asegurar así su adaptación y la supervivencia de la especie (18).

Hace sesenta años la teoría de la evolución de Darwin fue completada por Watson y Crick (1953) con el descubrimiento de la herencia molecular, y se entendió desde entonces que cada ser viviente tiene el mismo código en sus genes. Es así que, como dice el connotado primatólogo Frans de Waal:

"Las predisposiciones genéticas se introducen en la cultura, ésta afecta a la supervivencia y a su vez la supervivencia y la reproducción determinan qué genotipos se extienden entre la población. En otras palabras, existe un abrumadoramente complejo intercambio entre la transmisión genética y la cultural (19)."

No fue precisamente en el campo de la antropología donde se produjo el renacimiento del interés por la evolución cultural del hombre sino en los campos de la biología, donde algunos investigadores se dieron cuenta de la importancia potencial del mecanismo socio genético que permite al hombre trasmitir información a través de las generaciones. Fue Julian Huxley quien ya en 1929 empezó a llamar la atención sobre este nuevo horizonte (20). Le siguieron biólogos como Waddington, Sinnott y Needham, entre los más destacados.

En su libro El animal ético, escribe C.H. Waddington:

"Los individuos de la especie Homo sapiens muestran, por supuesto, la misma estructura biológica que los demás animales. Del mismo modo que sus parientes subhumanos transmiten información genética a través de sus gametos de una generación a la siguiente, y esto proporciona la materia prima por medio de la cual la selección natural lleva a cabo la selección darwiniana. Pero, además de este mecanismo biológico de la transmisión hereditaria, el hombre ha desarrollado otro sistema de transmitir información de una generación a la siguiente. Dicho sistema consiste en el proceso de la enseñanza y el aprendizaje social y constituye, en realidad, un segundo mecanismo por medio del cual opera la evolución, al que denomino sociogenético (21)."

Cada vez queda menos duda de que los genes aseguran que una cultura es adquirida, aunque no directamente transmitida. La capacidad para adquirir cultura, como asume Dobzhansky, es una característica genética de la especie. Al modificarse la cultura por el ambiente se inducen también modificaciones en los genes. Asimismo nos explica este destacado evolucionista que la herencia biológica se lleva en los genes y es transmitida de padres a hijos en línea directa, en tanto que la herencia cultural se transmite por la enseñanza-aprendizaje o por imitación y es independiente de la descendencia. Una cosa es clara, los cambios histórico-culturales son mucho más rápidos que los genéticos, como el hecho de que las diferencias entre padres e hijos son más culturales que genéticas. Pero, como quiera que sea, existe una interrelación entre ambas herencias (22).

En suma, como escribe Carlos París, la cultura viene a ser un proceso que culmina en la realidad humana y el análisis de la evolución biológica nos permite comprenderlo como desarrollo y desembocadura de la vida en la condición humana (23).


Los memes

Richard Dawkins en El gen egoísta (The selfish gene. 1976) formula su tesis sobre la existencia de los memes, un nuevo tipo de unidades de transmisión cultural o entidades auto-replicativas que se propagan de cerebro a cerebro mediante el proceso de imitación, "proliferando y darwinizándose en el río de la cultura" (24). Con el término memes Dawkins quiere destacar por una parte cierta analogía con el término genes -introducido en 1909 por Wilhelm Johannsen para designar las unidades mínimas de transmisión de herencia genética- y por otra parte subrayar también una cierta similitud con memoria y con mimesis.

Según Dawkins, nuestra naturaleza biológica se constituye a partir de nuestra información genética articulada en genes, mientras que nuestra cultura se constituye por la información acumulada en nuestra memoria y captada generalmente por imitación (mimesis), por enseñanza o por asimilación, que se articulan en memes. Otros autores han señalado la misma idea y han propuesto otros términos para designar estas unidades mínimas de información cultural. Así, por ejemplo, E.O. Wilson y C.J. Lumsden han propuesto el término kulturgen. Sin embargo, se ha acabado imponiendo la terminología de Dawkins.

Por analogía con la agrupación de los genes en cromosomas, se considera también que los memes se agrupan en dimensiones culturales, que pueden aumentar con nuevas adquisiciones culturales. La gran diferencia es que, mientras los cromosomas son unidades naturales e independientes de nuestras acciones, las dimensiones culturales son construcciones nuestras. Así, la cultura no es tanto una forma de conducta, sino más bien información que especifica la forma de la conducta. Esta concepción es conocida como concepción ideacional de la cultura. Al respecto, el evolucionista George C. Williams destaca la frecuente confusión entre "los dominios" de la información y el de la materia, aclarando que no existen "descriptores" comunes a ambos y que el gen es un paquete de información, no un objeto: "La información no tiene ni masa ni carga ni longitud en milímetros. Tampoco hay bits de materia" (25).


Mente y cultura (26)

De acuerdo con Rodolfo Llinás, uno de los líderes de la neurociencia moderna, el primer paso para explorar desde el punto de vista científico cómo evolucionó la mente es rechazar la premisa que ésta apareció súbitamente como "resultado de una intervención espectacular". La mente, o el "estado mental", es producto de los procesos evolutivos que han tenido lugar en el cerebro de los organismos dotados de movimiento y apareció para permitir las interacciones predictivas entre las criaturas vivas y su medio, porque para moverse con seguridad en el medio ambiente una criatura, cualquiera que sea, debe prever el resultado de cada movimiento sobre la base de los datos que le llegan de los sentidos. Por lo tanto, para Llinás la capacidad de previsión es probablemente la función primordial del cerebro, hasta el punto de que podría decirse que el "sí mismo" (self) es el centro de la predicción que surge de los sistemas motores del cerebro (27). Escribe Llinás:

"Desde mi perspectiva monista, el cerebro y la mente son eventos inseparables. Igual importancia tiene entender que la "mente", o el estado mental, constituye tan solo uno de los grandes estados funcionales del cerebro en los que se generan imágenes cognitivas sensomotoras, incluyendo la autoconciencia (28)."

Por su parte Steven Mithen, profesor de arqueología de la Universidad de Reading, en su libro Arqueología de la mente, se refiere a la evolución de la mente humana como un largo y escalonado proceso -sin meta ni dirección predestinadas- que ha necesitado varios millones de años para llegar al estado que actualmente ostenta nuestra especie. Sostiene que no se puede alcanzar a comprender la inteligencia humana y, con ello, a comprendernos a nosotros mismos, sino averiguamos como ha nacido y ha evolucionado la mente. Acudiendo a la paleoantropología y a la psicología cognitiva, Mithen propone la historia del nacimiento y evolución de la inteligencia humana como una historia que comienza hace unos seis millones de años, con un simio cuyos descendientes evolucionaron en dos direcciones divergentes, una de las cuales condujo hasta los humanos modernos. Un segundo acto -dice- se inició hace 4,5 millones de años con el primer productor de utensilios de piedra, y el tercero se desarrolló entre 1,8 millones y 100.000 años, cuando apareció el Hommo sapiens, sapiens y fue cuando se produjo una explosión cultural de la que nacerían el arte, la religión y la ciencia: un momento de asombrosa creatividad para el que Mithen traza una nueva y fascinante historia de la mente y del conocimiento (29).

Steven Pinker, filólogo y catedrático del Massachusetts Institute of Technology, dice que el concepto de "mente" ha venido desconcertando desde que las personas empezaron a reflexionar sobre su pensamiento y sus sentimientos. La propia idea de mente -subraya- ha generado contrasentidos, paradojas, supersticiones y singulares teorías en todos los tiempos y en todas las culturas.

"Pero a partir de la revolución cognitiva de los años cincuenta todo cambió. Hoy es posible entender los procesos mentales e incluso estudiarlos en el laboratorio. Y con una concepción más firme del concepto de mente vemos que muchos principios de la Tabla Rasa que en su momento parecían tentadores, hoy resultan innecesarios e incluso incoherentes… (30)"

Pinker desarrolla cinco ideas o principios de la revolución cognitiva que han cambiado las formas de pensar y hablar sobre la mente. La primera: el mundo mental se puede asentar en el mundo físico mediante los conceptos de información, computación y retroalimentación, por lo que también la llama teoría computacional de la mente. Como segunda idea se refiere al hecho de que la mente no puede ser una tabla rasa, porque las tablas rasas no hacen nada. En la tercera explica como se puede generar una variedad infinita de conducta mediante unos programas combinatorios finitos de la mente y el ejemplo más claro -señala- es la revolución chomskiana del lenguaje, del lenguaje como la personificación de la conducta creativa y variable. La cuarta: bajo la variación superficial entre las culturas puede haber unos mecanismos mentales universales, explica como los seres humanos hablan más de seis mil lenguas mutuamente incomprensibles y, no obstante, todas las lenguas pueden servir para comunicar los mismos tipos de ideas porque todas están cortadas bajo el mismo patrón. Los estímulos y las respuestas pueden diferir pero los estados mentales son los mismos, con independencia de que en nuestro idioma se puedan o no expresar perfectamente. En la quinta idea manifiesta lo siguiente: la mente es un sistema complejo compuesto de muchas partes que interactúan y hoy sabemos que la mente no es un orbe homogéneo dotado de poderes unitarios o de rasgos uniformes: "La mente es modular -subraya- con muchas partes que cooperan para generar un pensamiento hilvanado o una acción organizada".

En este libro realmente sorprendente Pinker explora la idea de la naturaleza humana y de sus aspectos éticos emocionales y políticos. Demuestra la inexistencia de los tres famosos dogmas entrelazados en "la tabla rasa", como son 1) que la mente no tiene características innatas, 2) el dogma del "buen salvaje" (la persona nace buena y la sociedad la corrompe) y 3) el "fantasma de la máquina" ("todos tenemos un alma que toma decisiones sin depender de la biología"). Dogmas que sobrellevan cada uno una carga ética que no corresponde a la realidad de la condición humana que viene develado la ciencia.

Podemos concluir entonces con la definición que empezamos: la cultura no es otra cosa que el contenido total de la mente.


Notas

(18) Adaptación, como en la evolución orgánica, es un concepto clave en el estudio de las formas de vida social de los seres humanos. La estabilidad de todo sistema cultural depende, en primer lugar, de su efectividad en la adaptación y, luego, de la eficacia con que se realiza la transformación del medio que lo rodea. En otras palabras, el desarrollo de la cultura como una espiral creadora está determinado por una dinámica permanente de acción y reacción entre la adaptación al medio y la transformación de la naturaleza.
(19) Waal, Frans de: El simio y el aprendiz de suchi. Reflexiones de un primatólogo sobre la cultura. Paidós. Barcelona, 2002. pp. 228-229.
(20) Huxley, Julian S.: Evolution and Ethics. Pilot Press Harper. Nueva York, 1947. p. 185.
(21) Wadington, C.H: El animal ético. Eudeba. Buenos Aires, 1963. pp.30-31.
(22) Dobzhansky, Theodosius: "El Problema de la evolución humana" En: Alfredo Méndez (Ed.) Antropología contemporánea. La antropología y las ciencias naturales. Universidad del Valle. Guatemala. 1974.- "La base genética de la evolución" En: H. Blume (Ed.) Psicología fisiológica. Selecciones de Scietific American. Madrid, 1979.
(23) Paris, Carlos: El animal cultural. Biología y cultura en la realidad humana. Ed. Crítica. Barcelona, 1994. (Contratapa).
(24) Dawkins, Richard: El gen egoísta. Las bases biológicas de nuestra conducta. Salvat. Barcelona, 1985. p. 285.
(25) Williams, George C.: "Un paquete de información" en: Jonh Brockman (editor) La tercera cultura. Más allá de la revolución científica. Tusquets Editores, Barcelona, 2000. p. 39
(26) El genial humorista estadounidense Ambrose Bierce (1842-194) en su Diccionario del Diablo define la mente como: Misteriosa forma de la materia segregada por el cerebro. Su principal actividad parece consistir en el esfuerzo por determinar su propia naturaleza, tentativa que parece fútil, puesto que la mente, para conocerse, no dispone de otra cosa que sí misma.
(27) Llinás, Rodolfo R.: El cerebro y el mito del yo. El papel de las neuronas en el pensamiento y el comportamiento humanos. Grupo Editorial Norma. Bogotá .Colombia, 2003.
(28) Ibidem, p.1.
(29) Mithen, Steven: Arqueología de la mente. Ed. Critica (Dakontos). Barcelona , 1998. Contratapa.
(30) Pinker, Steven: La tabla rasa. La negación moderna de la naturaleza humana. Paidós. Barcelona, 2003. p.61.



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