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26 de junio del 2006


__Especial__
España, 1936-1939
España, 1936-1939

Guadalquivir: El santuario
de Santa María de la Cabeza


Artur London
De Se levantaron antes del alba



(...) En el último tercio de diciembre, los fascistas desencadenaron un ataque por sorpresa al este de Córdoba, a lo largo de la ribera del Guadalquivir, sobre la carretera que va de Córdoba a Madrid. Sus fuerzas se hallaban bajo el mando del general Queipo de Llano, que se comportaba en la zona ocupada por sus fuerzas como un bárbaro invasor. Su objetivo, al lanzar ese ataque, era extender su poder terrorista a otras ciudades y pueblos ribereños del Guadalquivir para sembrar el espanto en la parte republicana de Andalucía. Sus tropas, desde los primeros días de la sublevación, habían asesinado a una parte de la población de los centros industriales y agrícolas andaluces, a fin de mantener sumiso al resto mediante el terror.

Otro objetivo de la ofensiva fascista fue la conquista de Andújar, un pueblo situado a orillas del Guadalquivir, así como la del monasterio fortificado de la Virgen de la Cabeza (...) El viejo monasterio se hallaba sobre un cerro de unos setecientos metros de altura que dominaba el pueblo. Estaba ligado con el antiguo palacio de Cayo el Rey, emplazado en Lugar Nuevo, a pocos kilómetros del santuario.

Se establecieron en esas fuertes posiciones, en los primeros días de la guerra, las fuerzas de la guardia civil de la provincia acompañadas por las familias de los guardias. A ellas se unieron grupos de falangistas armados. Una vez establecidos en los citados puntos, los guardias civiles, encabezados por el capitán Cortés, se sublevaron. Estaban persuadidos de que podrían mantenerse en las fuertes posiciones que ocupaban hasta la llegada de las fuerzas de Queipo. Entre tanto, los aviones alemanes e italianos del aeropuerto de Sevilla bombardeaban Andújar y, al mismo tiempo, arrojaban provisiones, medicamentos, armas y municiones, por medio de paracaídas, a las guarniciones (...).

Los fascistas crearon el mito del martirio de los sitiados. Pero la realidad era que los franquistas se paseaban tranquilamente por la esplanada del santuario, que hacían la aguada sin ser hostigados y que mantenían su comunicación por tierra con el destacamento de guardias civiles de Lugar Nuevo.

En varias ocasiones rechazaron los sitiados los generosos ofrecimientos que les hicieron los republicanos si aceptaban la rendición, y tampoco acogieron los llamamientos humanitarios de que dejasen salir del santuario a las mujeres y los niños para sustraerlos a los peligros de un ataque.

Tal situación había durado ya cinco meses cuando Queipo de Llano decidió ponerle fin y acabar con el asedio.

Jaén, capital de la rica provincia del mismo nombre, era otro de los objetivos de esa ofensiva fascista. Era la clave para poder alcanzar, más hacia el este, la importante zona minera de Linares y La Carolina, por sus minas de plomo, sobre todo.

Gracias al apoyo en masa de los tanques y de la aviación en primer término, las fuerzas de Queipo de Llano, con efectivos de una división, aproximadamente, lograron sorprender a los republicanos, quienes, en ese sector, seguían aún haciendo la guerra a la antigua, es decir, con columnas de milicianos. La necesidad de un ejército regular colocado bajo un mando único y dotado de una firme disciplina no había sido todavía generalmente reconocida.

Bajo la fuerte presión de los atacantes fascistas, los mal armados milicianos retrocedieron. Sin embargo, el peligro inmediato fue conjurado gracias a las milicias obreras movilizadas apresuradamente. Al mismo tiempo, la brigada internacional se trasladó a toda velocidad a la zona de los combates. Su 9 batallón, enviado en vanguardia, encontró en su marcha a una multitud de ancianos, mujeres y niños quje huían de los bombardeos de la aviación italiana y de los asesinatos perpetrados por los mercenarios de la Legión extranjera y los marroquíes. Por todos los lugares que atravesaba el 9 batallón motorizado de la 14 Brigada, su presencia hacía renacer la esperanza de los desesperados habitantes. "¡Los internacionales!", gritaban las gentes al verlos. El pueblo de Madrid contaba leyendas acerca de los voluntarios internacionales, pero sin dejar de ver en ellos a seres de carne y hueso. Al alejarse de Madrid, se embellecían los relatos aún más, y allí, cerca del Guadalquivir, los volunarios internacionales, precedidos por una aureola de gloria, eran acogidos como bravos paladines.

(...) Cuando los combatientes descendieron de los camiones y avanzaron unos centenares de metros por un campo de olivos, se hallaron bajo el fuego de un enemigo que avanzaba en la misma dirección que ellos. Los disparos partían de todos lados (...) El batallón intentó abrirse paso desesperadamente, pero la caballería marroquí lo encerraba en la trampa cada vez más estrechamente. Pronto entraron en acción los aviones rebeldes, bombardeando y ametrallando en vuelos rasantes a los sitiados. De los 600 hombres que componían el 9 batallón solamente 200 lograron romper el cerco y concentrarse en Andújar.

(...) El mando sólo había recibido informaciones inciertas sobre la suerte trágica del 9 batallón. Hasta los mismos combatientes que se habían salvado eran incapaces de dar informes precisos acerca de la suerte de la unidad. El coronel Sarabia, que mandaba ese sector del frente, dio orden a la 14 Brigada de defender la carretera de Andújar a Lopera. El pueblo próximo, Villa del Río, ya estaba en manos del enemigo. Lopera también fue ocupada por los franquistas antes de que la 14 Brigada tuviera tiempo para intervenir. El objetivo mínimo de la brigada fue reconquistar ese pueblo.

Después de algunos éxitos iniciales, la brigada, apoyada por las unidades españolas, tuvo que abandonar sus posiciones para ocupar una nueva línea de defensa desde la que rechazó todos los ataques enemigos contra Andújar. Y cuando algún tiempo después, el 28 de diciembre, el enemigo intentó una penetración más al sur, en la región de Martos, la 14 Brigada avanzó con su ala derecha hasta las proximidades de Lopera. Después de duros combates logró romper el frente. Las grandes pérdidas que sufrió la obligaron, sin embargo, a replegarse; pues sus dos flancos, descubiertos, estaban a merced del enemigo.

En el curso de la batalla de Lopera cayó el escritor inglés antifascista Ralph Fox.

(...) El asalto enemigo a la carretera de Córdoba a Madrid fue contenido y Andújar y Jaén fueron salvados. El lema de Madrid "¡No pasarán!" era también valedero para el frente andaluz. El enemigo ya no volvió a intentar la penetración en esa zona de Jaén.

Para los fascistas que se hacían fuerte en el santuario de Santa María de la Cabeza, la hora de ser liberados por los suyos, en la que esperaban, no llegó. El ejército republicano no podía permitirse el lujo de dejar que Andújar siguiese bajo la amenaza constante de aquella guarnición fascista. Con la llegada de un militar profesional enérgico, el teniente coronel Antonio Cordón, la situación comenzó a cambiar para los sitiados.

Cordón no estaba de acuerdo en demorar más tiempo el ataque al santuario de Santa María de la Cabeza. Utilizando inteligentemente los elementos políticos, fue demoliendo poco a poco la moral de los sitiados. Con espíritu caballeresco español prometió el perdón de la República a los que no habían hecho más que cumplir las órdenes de sus superiores atrincherándose en el monasterio. En cada una de sus alocuciones por altavoz, se dirigía al capitán Cortés: "Si no es usted un cobarde, no obligue a los demás a ligar su destino al de usted. ¡Rinda la posición! ¡Aun sabiendo que tendrá que responder de su conducta, rinda la posición!".

Poco a poco, estos llamamientos penetraban en los sitiados. El número de guardias civiles que pasaban a las trincheras republicanas, alguno incluso con sus familias, aumentaba de día en día. Estos hombres se dirigían después a sus compañeros y les hablaban de cómo habían sido acogidos y de la veracidad de las promesas republicanas. El fanatismo de los sitiados disminuía...

El día 1 de mayo, después de una advertencia previa y una preparación de artillería inteligente realizada con extremo cuidado, pues los republicanos tenían sólo dos cañones y municiones muy escasas, los defensores de la República dieron el asalto. El santuario cayó en poder de los republicanos como un fruto maduro.



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