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La insignia
5 de junio del 2006


Tú siempre jalas a los tuyos*


__Especial__
Emigración
Alberto Acosta
La Insignia. Ecuador, junio del 2006.


Es común suponer que la estampida emigratoria de los ecuatorianos se explica por razones económicas. Sin negar la importancia de la crisis del tornasiglo y la significación de la "globadolarización", en tanto detonante del proceso, hay que rescatar otras explicaciones más profundas y complejas. Algunas de las cuales nos presenta Claudia Pedone en estas páginas. Su ejercicio es comprometido y con un notable rigor académico. Su libro, a partir de una exhaustiva investigación de campo, aporta por igual una importante discusión teórica, que será, a no dudarlo, un referente indispensable para comprender de mejor manera el hecho emigratorio ecuatoriano y para, a partir de su lectura, replantearse varias líneas y metodologías de investigación.

El eje de su reflexión radica en la comprensión del enfoque de las ciencias sociales sobre las cadenas y redes migratorias. Su objetivo textual es "analizar la articulación, la dinámica y la configuración de las cadenas y redes sociales de las familias ecuatorianas en sus procesos migratorios hacia España". Y en este contexto, asumiendo que el hecho migratorio trasciende a los actores individuales, los aspectos psico-sociales constituyen un factor determinante en la decisión emigratoria. Como reconoce la autora, esta forma de aproximación al tema permite "reconstruir uno de los postulados tanto del neoliberalismo como del marxismo: plantear la problemática de las migraciones internacionales como un flujo eminentemente económico". Para lograrlo nos invita a transitar por el conocimiento y estudios de las mencionadas cadenas y redes. Esta es una metodología que facilita la comprensión analítica del testimonio de los protagonistas contextualizados en el ámbito socioeconómico de los países de salida y llegada, sin minimizar el peso de las diversas relaciones de poder envueltas en este proceso.

Estas visiones de la migración sobre la sociedad permiten incorporar las estrategias familiares y englobarlas desde una perspectiva de sexo, teniendo en consideración que las mujeres -al decir de Claudia- actúan como "articuladoras de espacios sociales transnacionales". Estas relaciones se encuentran a su vez sujetas a nuevos rediseños en el marco de las separaciones o agrupaciones familiares.

Pero, además, el influjo del factor psicológico en todo este complejo proceso de cambios y reacomodos se complementa con los llamados "imaginarios sociales", que son percepciones colectivas sobre diversos aspectos de un determinado hecho, en este caso la emigración. Una tarea que aborda Pedone desde la realidad de las familias ecuatorianas en su flujo migratorio. Tales percepciones, correctas o no, están basadas en varios elementos, ya sea racionales o irracionales, objetivos o subjetivos, reales o ficticios. En definitiva, se trata de las expectativas que albergan los ecuatorianos y las ecuatorianas al respecto de la emigración, determinadas por las representaciones sociales y prácticas culturales que llevan los y las emigrantes.

La emigración se deriva de una decisión. Y toda decisión contempla un determinado objetivo e implica cierto riesgo. El nivel de riesgo y dificultades que se asuman dependerá del beneficio esperado, y éste a su vez, estará basado en los imaginarios que se tenga al respecto. Al ser la emigración una decisión compleja y altamente riesgosa, por todo lo que ella implica (aventurarse en un país extraño, muchas veces sin protección jurídica ni seguridad laboral, a más de los riesgos propios del viaje), es lógico pensar que el beneficio esperado es alto. Pero más que la búsqueda de un beneficio concreto lo que mueve este proceso son las expectativas que se van construyendo a ambos lados del camino: en el país de origen y en el de llegada.

Tal percepción está sustentada, entre otros elementos, en un imaginario social: el mito del emigrante triunfador, que nace de la creencia de que el emigrante automáticamente encuentra trabajo en el exterior, accediendo a condiciones laborales ampliamente superiores a las domésticas. Supone además, que el proceso de socialización, adaptación e integración del emigrante es inmediato. Algo difícil, sino imposible. Claudia, analizando los cambios que experimentan las redes, nos invita a recordar la situación no sólo de las personas que recién llegan sino la de sus hijos e hijas que se ven envueltos en procesos de inserción conflictivos y complejos. Para ella merecen una especial atención las segundas y aún las terceras generaciones, sea que se queden en el país de origen o que se hayan reagrupado.

Estas marginaciones, que también interesan a Claudia, entorpecen el proceso de aprendizaje de los inmigrantes al obstaculizar su integración en la sociedad de acogida. Situaciones similares se encuentran en el ámbito laboral, donde se vio que los ecuatorianos ocupan los escaños inferiores; o incluso en el ámbito residencial, ya que en muchos barrios, los moradores se niegan a aceptar la presencia de los inmigrantes evitando asociarse con ellos. Las redes en este contexto transitan de sus antiguas identidades regionales a una nueva "ecuatorianidad", difícil de comprender sin analizar el hecho migratoio, tal como lo hace la autora. El desarrollo de movimientos y comportamientos segregacionistas como éstos es entonces uno de los principales obstáculos para el proceso de integración de la comunidad de ecuatorianos en los países de acogida, como un primer paso hacia la inserción en el sistema global.

Sin embargo, el "espíritu" del imaginario que alienta la emigración, se mantiene. Y se sintetiza, más allá del fatalismo y la sensiblería, en la posibilidad de progresar. Nótese cómo muchas veces se menosprecia los problemas sociales, al tiempo que se enfatiza en los beneficios económicos. No obstante, si bien es cierto que miles de personas han podido "salir adelante", no debe olvidarse que la emigración ecuatoriana se cuenta en el orden de los millones... Y aunque muchas veces, luego de la emigración, se palpa una realidad diferente de la imaginada, es raro que un emigrante acepte que atraviesa problemas, aún cuando así sea. Esto mantiene el mito intacto para los potenciales emigrantes en el futuro. Y en esto se asienta muchas veces la fortaleza de las cadenas y las redes, que hacen realidad aquello de que "tú siempre jalas a los tuyos", como acertadamente reconoce Claudia Pedone.

Asimismo, existen varios imaginarios complementarios, que nacen como respuesta a condiciones adversas y están vinculados a la búsqueda de otros horizontes donde proyectarse. Como ejemplo, está la idea de que por el solo hecho de salir del país, se encuentran automáticamente soluciones a futuro. Este imaginario es alimentado por el contraste entre la realidad nacional y la visión que llega a través de los medios de masa (cine y televisión) sobre la vida en los países desarrollados. Nuevamente entra en acción el "paraíso americano" (al que se sumó el "paraíso europeo"), pero ya no como una oportunidad de progreso individual, sino como un objetivo primario de subsistencia familiar, que opera como una suerte de dínamo del movimiento emigratorio. En efecto, el sueño por llegar a algún paraíso impulsa las emigraciones, y estos flujos alimentan a su vez en las mentes de "los que se quedan") el sueño, que cobra mayor fuerza como impulsor de la emigración, etc.

Otros mitos se construyen en torno a concepciones específicas relacionadas con desarrollo, bienestar y oportunidades en los países de destino. Los emigrantes saben de las diferencias salariales entre su país de origen y el de destino, y esperan beneficiarse de tal diferencia, así como de una mejor calidad de vida (similar a la de los habitantes del país de destino), de mejores servicios, nuevos conocimientos... Estas ideas actúan como mecanismos de atracción hacia los países de destino y robustecen los móviles de la emigración. Pero todos estos elementos nos deben remitir, como plantea la autora, al estudio de las familias transnacionales, particularmente de las mujeres a las que la emigración colocó en "un camino tortuoso y contradictorio". Los resabios del machismo, plasmados en la marginación de las mujeres que han "abandonado su hogar", se funden con la subordinación de clase y los rechazos étnicos en España. Al estar atrapadas entre estas "dos ideologías", al decir de Claudia, las mujeres transitan entre la liberación femenina en sus hogares y nuevas formas de subordinación laborales, o viceversa.

Otro factor importante en la decisión emigratoria sería el miedo de al desempleo, la inestabilidad laboral y la falta de reconocimiento en Ecuador, problemas que pueden ser soportados de mejor manera en el país de destino. Eso se debe a que el alejamiento del grupo social de pertenencia (familia, amigos, vecinos) evita la estigmatización y menosprecio por parte del mencionado grupo, y al contrario de esto, empieza a actuar el ya analizado imaginario del emigrante triunfador.

Al antedicho miedo, se suma el temor en los que ya viajaron, de decepcionar la confianza y expectativas de la familia. Este temor constituye un incentivo para permanecer fuera del país, aceptando condiciones laborales desfavorables, con el fin de salir adelante y pagar sus deudas de viaje. En este punto la mujer, que constituye un actor fundamental del proceso, se encuentra doblemente comprometida entre su hogar (muchas veces disuelto por la emigración o aún antes de ella) y el trabajo. De esta manera, la acción simultánea de ambos miedos genera una suerte de retroalimentación que podría impedir el regreso: a la falta de recursos se suma la adquisición de una deuda de viaje. Y el miedo a la situación del país se conjuga con el miedo del fracaso al emigrar, lo que fortalece la voluntad de permanencia en el exterior.

Como puede verse, las explicaciones del reciente fenómeno emigratorio son profundamente diversas y complejas, y abarcan campos tan distintos como el económico, psicológico, cultural y emocional; asuntos que son enfocados dentro de estaciones sociales transnacionales. Así, aunque puede decirse que la mencionada crisis fue el detonante de la emigración, las condiciones que gestaron y determinaron el proceso se formaron mucho antes. Del mismo modo, debe comprenderse que luego de la crisis, el proceso emigratorio se mantuvo también por motivos separados o indirectamente ligados al aspecto económico. Y que todo esto nos conduce "a pensar a los migrantes como sujetos de la "historia presente" que con sus trayectorias y dinámicas cotidianas están construyendo espacios sociales transnacionales (materiales e imaginarios) y poniendo en marcha estrategias que permiten cuestionar los controles y, de esta manera, desestabilizando las geografías de la globalización".

Claudia, en suma, nos invita a transitar no sólo por unas páginas profundas, sino, sobre todo, a comprender de mejor manera los alcances del hecho migratorio. Sus escalas diversas en este "dialogo entre la teoría y la realidad" le llevaron a Madrid, Barcelona y Totana en España, Quito, Santo Domingo de los Colorados, Baños del Tungurahua, Cuenca, El Pindal y Loja en Ecuador. Estos son los puntos geográficos y sociales de partida y unión de una historia mayor que se construye a partir de las microhistorias o historias de lo cotidiano de miles de seres humanos, cuyos logros y dramas constituyen la materia prima de este libro. El conocimiento de esas microrealidades humanas, inmersas en relaciones propias del capitalismo global y del orden jerárquico interestatal, formas históricas concretas de cristalización de las relaciones sociales internacionales, resulta indispensable para entender el sentido de las migraciones. Por eso la lectura de este libro resulta indispensable para continuar entendiendo esta historia interminable...


(*) Prólogo del libro "Estrategias migratorias y poder", de Claudia Pedone. Editorial Abya-Yala. Quito (Ecuador), 2006.



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