Arnaldo Pérez Guerra: Chile: "Gatos" al acecho

La VIII Región -la segunda más poblada de Chile-, posee una de las más altas tasas de desempleo, pese al "pujante desarrollo productivo" del que hablan las autoridades. De la mano de cifras de exportaciones y de actividad económica, la cesantía y la pobreza siguen en alza. El gobierno reconoce la existencia de una crisis económica y social que no ha podido revertir. Los dirigentes sociales ya no creen en promesas: "Necesitamos proyectos que aumenten la riqueza y el empleo. Construir más puertos, apoyar a la microempresa a través de Corfo, solucionar el déficit habitacional. Eliminar la pobreza en los cerros de Talcahuano debe ser prioridad. No basta con aumentar los programas proempleo de emergencia y absorber mano de obra por algunos meses. Se requiere una visión de largo plazo que incorpore la capacitación de los desempleados y la juventud, así como industrializar la región", dice Patricia Alvarez, presidenta de la Coordinadora de Cesantes.

Las pesqueras en la región del Bío Bío obtienen ganancias superiores a los 500 millones de dólares anuales. Sin embargo, apenas emplean a doce mil personas. Cifra que se reduce cada temporada. "Los proyectos viales pueden absorber mano de obra pero transitoriamente. No son soluciones efectivas o sustentables en el tiempo. No acaban con la pobreza ni la cesantía", dice Sergio Vergara, dirigente de los cesantes. Y es que en los cerros la pobreza es extrema. Desde el cerro La Gloria, cientos de cesantes -ex obreros de alguna industria, ex trabajadores portuarios o pescadores artesanales-, observan con impotencia el afán de las operaciones en el puerto de San Vicente. "Acá en los cerros vivimos los cesantes. Es irónico pero los pescadores artesanales que aún poseen embarcaciones en Talcahuano tienen permiso para pescar pero las cuotas de pesca asignadas no les alcanzan. Los industriales se llevan toda la cuota o la compran a vil precio. No se puede seguir produciendo a destajo harina de pescado o sobreexplotando el jurel y la merluza. ¿Qué pasará con nuestros hijos?", se pregunta María Torres, dirigenta de Italmar. El exitoso modelo que alaban los economistas basa la economía del país en la explotación de recursos naturales, cada vez con menores costos laborales o ambientales. Seguir en eso no tiene sustentabilidad económica y menos social.

Un ejemplo de la miseria son los "gatos" de Talcahuano. Personas que, arriesgando ser apresados o la propia vida, se suben a robar a los camiones en marcha cargados con pescado, lanzando los productos al suelo para luego venderlos o consumirlos. A fines de los 80, robaban también carbón, fruta e incluso madera. Hasta cuarenta personas -incluyendo niños-, suben a los acoplados de los camiones en marcha. Otros "gatos" esperan con carretones para transportar los productos a las fábricas de carnada, ahumaderos, ferias o sus casas. Los "gatos" proliferaron en los años 90, en los puertos de Coronel, San Vicente y Talcahuano. Pero hoy los camiones poseen acoplados de metal, cerrados, imposibles de abrir. Y los "gatos" se reconvirtieron a "piratas". Ahora se abalanzan sobre barcos y barcazas que aún no han instalado rejas de seguridad. Esperan el momento oportuno y saquean desde las bodegas los productos del mar. Desaparecen tan rápido como aparecieron, en medio de la mar, en lanchones a motor.

Actualmente las empresas disponen cada vez de mayor seguridad privada y la acción de los "gatos de mar" ha disminuido desde el año 2004. "No hay trabajo y cuesta hasta pescar… Los 'gatos' existen por la pobreza y la miseria", señala un pescador. A fines de 2004, una importante "banda de gatos" fue detenida. Se les acusa de "piratería y comercio clandestino". En febrero de 2005, el fiscal solicitó condenas de entre siete y diez años de prisión. "¿Qué quieren que hagamos? Desde los cerros se ven las bahías de Talcahuano y San Vicente operando y uno sin trabajo", nos dicen.