Mapa del sitio Portada Redacción Colabora Enlaces Buscador Correo
La insignia
7 de marzo del 2006


Las políticas globalizadoras
desde la perspectiva de América Latina (III)


Óscar Ugarteche y Fidel Aroche Reyes
La Insignia. Cuba, 2006.


Ahora bien, las reformas económicas, particularmente la reducción del tamaño relativo del Estado y la apertura de las economías se han justificado también como estrategias para brindar un medio ambiente más favorable a la actividad de los agentes privados quienes deberían tomar las nuevas oportunidades de crecimiento, modificando el patrón tecnológico y de especialización mediante un renovado flujo de inversiones. En la muestra seleccionada, Argentina y el Perú serían los que más se acercaron a esto; la causalidad entre crecimiento exportador y crecimiento del PIB se explica por una relación de causalidad de 0,7165, lo cual la hace la razón principal para la Argentina. Para el Perú es aún mayor, de 0,8276. Los otros quedaron sin mayor relación de causalidad. La tasa de crecimiento de la tasa de formación de capital recuperó una dinámica importante en ambos países por las razones señaladas en el Perú. Brasil, dentro de esta muestra expresa las mismas dificultades con las exportaciones como motor del crecimiento. Si bien ha crecido la relación de causalidad, y el r2 ha aumentado de 0,0587 a 0,257, esto no transforma las exportaciones en la causa principal ni mayor del crecimiento.

No obstante, al observar las cifras de formación bruta de capital en el cuadro 6 como proporción del PIB, aparece que esta variable ha permanecido estable a lo largo de las tres últimas décadas para todos los países seleccionados, si bien entre 1975 y 1984 aparecen las mayores cifras. Asimismo, Argentina, Brasil y Canadá muestran la tendencia más marcada a disminuir esta proporción después de 1979. México, Perú y EEUU, por el contrario, muestran alguna tendencia a recuperar esta variable. En el caso peruano tiene que ver con la formación de capital en telecomunicaciones y minería, centralmente. En México así como en los otros países tiene que ver con el proceso de modernización del aparato productivo y de servicios, fruto de las reformas económicas. En Estados Unidos tiene que ver con el cambio técnico y la necesidad de estar en mejor posición de competencia con las otras economías lideres.

Tomando las tasas de crecimiento promedio de la formación bruta de capital para estos países en el mismo cuadro 2, se observa una notable inestabilidad y, al mismo tiempo, la correlación entre esta variable el crecimiento del producto es reducida excepto para EEUU (cuadro 3) A partir de estos resultados parece que los agentes económicos no modificaron su conducta de largo plazo y no parecen haber encontrado razones para invertir y recuperar el crecimiento de las economías.

Ahora bien, el destino de los flujos de inversión por sector económico de actividad determina la composición del producto en una economía, así como los diferenciales en el ritmo de crecimiento entre sectores y en la velocidad de incorporación de nuevas tecnologías. Ello, a su vez explica la evolución estructural de la economía entendida por las relaciones económicas entre sectores, por ejemplo, los flujos de demanda y oferta de insumos que determinan la integración interindustrial.

Desde el punto de vista estructural, a mayor integración entre las actividades económicas, mayor es la complejidad del sistema económico, lo cual significa que son más intensos los intercambios de bienes entre industrias y se espera que a medida que una economía se desarrolla se torna más compleja. (Carter, 1970) A partir de la matriz de insumo-producto de los países seleccionados se han identificado los "coeficientes importantes" definidos como aquellas relaciones directas entre dos sectores que involucran un mayor número de relaciones indirectas entre industrias (Forsell, 1983, Skolka, 1983). Así, a medida que un sistema económico se hace más complejo, el número de coeficientes importantes aumenta (Aroche-Reyes, 1996).

Al parecer (Aroche-Reyes, 2002) los indicadores de complejidad de los sistemas incluidos en la sub muestra de Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil y México indican que existe una tendencia a relajar las relaciones entre las industrias, excepto para EEUU y en alguna medida para Brasil. Ello ocurre particularmente entre los productores nacionales, dado que, por un lado las importaciones de bienes intermedios han desplazado a la producción interna y, por otra parte, existen segmentos productivos que han desaparecido en algunas economías, que también han sido sustituidos por importaciones a veces de bienes terminados.

Este resultado puede también ligarse con la falta de dinamismo de la inversión, dado que los productores nacionales son incapaces de competir con las importaciones, donde un patrón de inversiones inestable en un medio ambiente crecientemente competitivo se traduce en un patrón de desintegración del aparato productivo, que a su vez se torna más dependiente de las importaciones. Ello podría significar ganancias en la eficiencia de las líneas de producción supervivientes; no obstante, a la luz del comportamiento de las exportaciones y del producto, la integración con el exterior de las economías no parece justificar ganancias en el bienestar de la población. Una vez más parece necesario considerar si es posible conciliar la mayor integración con el exterior y un mejor comportamiento de la economía.

Al parecer las reformas han tenido resultados mixtos en cuanto imprimir un perfil más internacional a las economías, puesto que no han conseguido que las exportaciones se conviertan en el motor de crecimiento para estas economías. Esta constatación desdice lo que se ha dicho en la literatura especialmente del Banco Mundial y del Fondo Monetario desde la década del 80. Hasta la llegada de la recesión mundial que vino a eliminar las certidumbres sobre la teoría de crecimiento exportador, no hay muchas pruebas de que haya funcionado en la década del 90 en los países de la muestra.

Al contrario, la apertura implica la fractura de los procesos productivos internos, y la integración de éstos con la economía internacional. Lo que se ha observado es un proceso de desindustrialización en algunos casos (Aroche Reyes, 1996) sin que se constate una redinamización de la tasa de formación de capital que permita una nueva articulación de la economía interna moderna con la externa.

Al mismo tiempo ni las reformas ni la integración de las economías a los distintos bloques económicos consiguen modificar las conductas de los agentes inversionistas ni tampoco regresan a las economías a sendas de crecimiento estable. Probablemente la integración con el exterior constituya un obstáculo para que los agentes privados nacionales inviertan en actividades productivas y estabilicen a las economías. En todo caso, los esquemas de integración no han logrado que los países más próximos se conviertan en los mercados más importantes de los socios comerciales. Las grandes excepciones son México y Canadá, para quienes Estados Unidos fue siempre su principal socio comercial.

Dentro del MERCOSUR, en promedio en la década, los dos socios comerciales más importantes tuvieron más comercio con Estados Unidos (NAFTA) y Europa (Unión Europea) que con el resto de América Latina sumada. Estados Unidos, a partir del NAFTA, proporcionalmente, le exporta más a sus dos vecinos, hasta un tercio de sus exportaciones, mientras que sus importaciones han crecido muy poco. El objeto es mejorar sus condiciones exportadoras antes que al revés. Parte del crecimiento de las exportaciones tiene que ver con las zonas de procesamiento exportador donde se maquila y se regresa el bien. En cifras netas, las exportaciones de bienes terminados de Estados Unidos a México han crecido mientras que proporcionalmente las importaciones extra maquiladoras no.

El anterior es un caso donde las estructuras y las instituciones existentes en las economías no permiten que las reformas actúen del modo previsto por la teoría, puesto que al observar las conductas de los agentes, revelan que no perciben las oportunidades de inversión ni parecen estar conformando una estructura productiva acorde con las ventajas comparativas. El tamaño diferenciado de las economías que juegan en los procesos de integración puede ser un elemento a tomar en cuenta para explicar este fenómeno. Los grandes empresarios de los países mayores están en mejores condiciones de aprovechar los nuevos espacios económicos. Ello sería un argumento a favor de la integración entre economías simétricas antes que entre desiguales. Es más posible la convergencia de economías con niveles similares de ingresos por habitantes y estructuras productivas con igual grado de complejidad que entre economías grandes y complejas, con economías pequeñas y simples. La integración de México con Estados Unidos, por ejemplo, ha dado pie, una simplificación del aparato productivo con una reducción de los eslabonamientos productivos. Lo mismo es cierto para Canadá. De los tres países, Estados Unidos es el que logró incrementar su complejidad (Aroche Reyes, 2003 a,b, c, 1996).

El aumento de las exportaciones de bienes no primarios no es un resultado ni automático ni deseado del modelo. La evidencia que la realidad muestra es que cuanto mayor es el grado de valor agregado, mayores los aranceles en la Unión Europea y en Estados Unidos, y mayores las barreras no arancelarias. Esto indica que la relación entre las economías mayores y las economías periféricas es de productos terminados de alto contenido tecnológico frente a materias primas o de bajo contenido tecnológico.

En cuanto la convergencia de precios y la mejoría del bienestar de los consumidores, siguiendo la ley de un solo precio que debería de aplicarse perfectamente cuando las economías están perfectamente abiertas, no se observa que la apertura comercial haya conducido a la prevalencia de un solo precio. Al parecer, las estructuras de mercado han sobrevivido a las reformas económicas, de modo que los distribuidores fijan los precios en cada mercado nacional al margen de que la información fluya entre los agentes. Probablemente estemos ante un caso de fragmentación del mercado, producto de los altos niveles de concentración del ingreso existente en la región, que algunos señalan que se ha agravado en la década de 1990.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción | Proyecto