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La insignia
4 de septiembre del 2005


Sobre los prejuicios


Ángels Oliveras
La Insignia, septiembre del 2005.


España: atentados terroristas desde hace décadas, cientos de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, centenares de muertos en accidentes de tráfico, pederastas que utilizan incluso a bebés, ancianos tapiados en sus viviendas por el acoso inmobiliario, personas que malviven en la calle, prostitución de menores, suicidios de niños por el acoso escolar, maltratos en comisarías y cárceles, abandono de ancianos, drogadicción, adicción al juego, anorexia, bulimia, obesidad, depresiones, SIDA, televisión basura, intoxicaciones, inundaciones, incendios, desapariciones de menores, robos, atracos, maltratro de animales en las corridas de toros, enchufismo, amiguismo, corrupción, evasión de impuestos, piratería, racismo, machismo, errores médicos, alto índice de paro y precariedad laboral, desigualdades sociales y económicas, etc. ¿Qué ocurriría si estas fueran las únicas informaciones que llegaran de nuestro país, a través de los medios de comunicación, hasta otros países? Sin lugar a dudas, la imagen de España sería pésima.

Esto es lo que ocurre desde siempre con la información que se nos presenta del continente africano. Tragedias y más tragedias. Y claro que hay problemas, ¡enormes!, pero también hay muchas personas que estudian y trabajan para llegar a ser algo en esta vida. Hay un montón de personas que montan negocios, que comercian; hay una economía muy dinámica, exportaciones e importaciones, grandes flujos de población que se mueven buscando oportunidades, ciudades con mucha vida cultural, grandes universidades con estudiantes llenos de proyectos. Pero esto no llega a los medios de comunicación. Lo que necesitan los africanos es la confianza del mundo en sus posibilidades, no la piedad, la caridad ni la compasión. Hay que hacer un esfuerzo para cambiar esta imagen falsa de que todo lo africano es negativo, y luchar contra los prejuicios.

Para que África deje de ser el hermano pobre del mundo, hay una pregunta clave: ¿por qué los productos africanos no pueden competir en el mercado internacional?



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