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La insignia
22 de junio del 2005


La otra experiencia migratoria (I)

Si vistes pobremente, eres inmigrante


Eduardo Stanley
Pacific News Service / La Insignia. EEUU, junio del 2005.


Los días 16 y 17 de mayo del 2005 se realizó en Ciudad de México la Audiencia Regional de la Comisión Mundial Sobre las Migraciones Internacionales (CMM), aupiciada por las Naciones Unidas. En ella participaron delegaciones nacionales, activistas de los derechos de los emigrantes y migrantes de varios paises.

Ciudad de México.- Cuando a principios de este año México empezó a exigir visas a los turistas brasileños, hubo preocupación por parte de autoridades del país sudamericano y activistas de los derechos de los emigrantes, quienes consideran actúa bajo presión de Estados Unidos.

"En cada conferencia sobre migración, Washington pide responsabilidad compartida a paises usados como tránsito para emigrantes rumbo a Estados Unidos", dice Mary García-Castro, integrante de la Comisión Nacional de Población y Desarrollo de Salvador Bahía (Brasil). "Esto significa exigir a paises como México que hagan el trabajo sucio", es decir, detectar y detener a posibles migrantes que viajan al norte. Pero la pregunta es: ¿en base a qué, si no han cometido delito alguno? "Es la lógica de la guerra preventiva, atacar antes de ser atacados", afirma García-Castro. Y agrega que la intención es controlar y seleccionar qué clase de emigrantes llegan a destino.

García-Castro comenta que en Europa se condiciona la ayuda financiera a un país a controles migratorios, lo que en su opnión limita el derecho de la gente a salir de sus paises; y cree que México sufriendo una presión similar, que afecta a los derechos de turistas brasileños. "¿Cómo saben que van a Estados Unidos si los arrestan en el aeropuerto?", dice. Este comportamiento estaría en contradicción con las declaraciones del canciller mexicano realizadas durante la inauguración de la Audiencia: "Estamos preocupados por los derechos humanos de los emigrantes mexicanos en Estados Unidos", afirmó Ernesto Derbez, refieriéndose al aumento de los sentimientos antiinmigrantes y a los esfuerzos represivos adicionales por detener la llegada de mexicanos indocumentados.

Los consulados estadounidenses en Brasil aplican ciertas precauciones. "Piden tres fotos diferentes para los trámites de visa turistica, y si el solicitante tiene el mismo saco en las tres fotos, es pobre y entonces es un migrante potencial", explica García-Castro. Según la funcionaria, esta discriminación es parte de una paranoia social que perjudica a viajeros procedentes de países pobres, de piel oscura y que visten pobremente.

Para Brasil, el gigante sudamericano de 185 millones de personas, el fenómeno migratorio se inicia a fines de los 80 y apenas comprende menos del 10 por ciento de su población. Debido a esto, las autoridades están actuando tímidamente, desde poner ciertas restricciones para salir del país hasta proveer información sobre los riesgos de migrar. Además, los consulados brasileños buscan apoyar a sus ciudadanos en problemas.

El 60 por ciento de los migrantes brasileños son menores de 29 años. "Los jóvenes sienten atracción por Estados Unidos debido a la propaganda proveniente de ese país -comenta García-Castro-. Y esa tendencia no se detendrá." Respecto a las fuertes restricciones migratorias en Estados Unidos, la entrevistada afirma que antes se usaba la excusa de que los inmigrantes quitaban empleos a los nativos, pero ahora se trata de la seguridad nacional.

Lo impactante de la migración brasileña es que incluye altos niveles de tráfico humano, especialmente prostitutas y travestis (el destino principal de estos últimos es Italia). "Es un comercio multimillonario", asegura García-Castro. Brasil, a su vez, recibe trabajadores de Perú, Ecuador, Bolivia y Corea del Sur, quienes desempeñan tareas marginales y mal pagadas.

Según García-Castro, la esperanza de un cambio positivo en el fenómeno migratorio radica en la sociedad civil, la misma que presionó recientemente para que el Parlamento de su país aprobara leyes de control sobre el tráfico sexual, y en la organización de los propios emigrantes para que exijan sus derechos.

García-Castro agrega que es muy importante también el diálogo abierto y sin manipulaciones entre los paises implicados y el desarrollo económico de las naciones emisoras de emigrantes. También menciona que el fenómeno migratorio expone actitudes extremas como el racismo en las sociedades; y finalmente se pregunta, con un toque de ironía, "cómo es posible que en un país como Estados Unidos, con tantos medios de comunicación, la opinión pública esté tan desinformada sobre los inmigrantes y sus aportes".



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