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La insignia
29 de enero del 2005


México y la revolución conservadora de EEUU


Juan Castaingts Teillery (*)
La Insignia. México, 29 de enero del 2005.


El nuevo período del presidente G. W. Bush comienza con augurios que indican que la revolución conservadora, en sus peores aspectos, cobrará nuevos bríos. El discurso de la nueva secretaria de Estado es preocupante; la amenaza precisa a lo que ella denomina "bastiones de la tiranía" puede tener el efecto contrario al deseado y disparar una nueva escalada militar peligrosa para el mundo en su conjunto.

Los países claramente denominados, tienen dos opciones: o bien se someten a los deseos de EEUU o bien incrementan su preparación militar. El problema es que su desarme no es garantía para ellos de que no serán agredidos; el desarme fue la estrategia de S. Hussein en Irak y sin embargo, fue bombardeado e invadido así, es posible que armarse incluso con bombas atómicas pudiese considerarse por estos países como su alternativa. No es defendible que Irán tenga bomba atómica ni que Corea del Norte (que es un régimen dictatorial) también la adquiera, pero la confrontación militar no es ni la única ni la mejor solución. La escalada militar es perjudicial para el mundo entero.

Desde el punto de vista económico la revolución conservadora apunta con dos instrumentos: la reducción de impuestos a las clases pudientes y la privatización del sistema del seguro social. Hay dos excelentes artículos que analizan este proceso. El primero lo publicó Joaquín Estefanía: "La otra contrarrevolución de Bush " (El País, 12 de enero) y, el segundo corresponde a Porfirio Barbosa R. que, en El Financiero de este miércoles, publicó: "México y la nueva revolución conservadora en EEUU". Ambos son substanciosos, profundos y coinciden en que lo esencial del proyecto económico corresponde a las dos medidas señaladas en el inicio de este párrafo.

La idea central de esta filosofía económica la sintetiza Estefanía de la manera siguiente: " Sí, los ricos serán más ricos con el nuevo sistema, no cabe duda, pero será por el bien de todos; se trata de liberar incontables miles de millones de dólares, dicen los neoeconomistas, para inversión y desarrollo.". Por su parte P. Barbosa, al referirse a la repercusión de esta política en México, señala: "... en el nivel económico más temprano que tarde debemos seguir los dictados del gigante del norte si queremos reducir los daños", esto es porque cada vez somos más dependientes económicamente de EEUU.

El caso es que en México, esta política económica ya se ha adaptado desde el sexenio anterior y en todo lo que va del presente, a los postulados de los neoeconomistas conservadores. La reforma que se realizó durante el presidente Cedillo al IMSS. La autorización a las Afores para invertir en acciones en la Bolsa mexicana de Valores que se inició hace algunos días. Las reformas a la ley del IMSS realizadas el año pasado se encuentran en la misma situación, lo mismo que los cambios que se proponen al sistema de pensiones del ISSSTE.

Si se estudian las proposiciones sobre la denominada "reforma fiscal" impulsada por el actual régimen, son una calca casi exacta de las propuestas de los neoeconomistas. Así, Estefanía nos dice: "Bush quiere hacer permanente la reducción de un determinado tipo de impuestos para simplificar el código tributario y crear 'un sistema más sencillo, equitativo y favorable al crecimiento' ¿Cómo?: suprimiendo de modo definitivo los impuestos sobre el patrimonio, sucesiones, dividendos, los intereses y las plusvalías, y sustituyéndolos por un impuesto nacional sobre las ventas".

Desde el inicio del presente régimen hemos oído argumentos casi idénticos. La búsqueda de poner IVA a alimentos y medicinas, la reducción del impuesto sobre la renta a los altos ingresos de empresas y personas físicas, la negativa a poner tributos a ganancias bursátiles, etcétera.

Nuestros ideólogos gubernamentales tienen poco de original y mucho de copistas o simplemente de servidores de intereses específicos. La idea central es que la concentración de ingresos en una pequeña elite impulsa el crecimiento. Si esto fuese cierto, México y América Latina deberían de tener desde hace tiempo las más elevadas tasas de crecimiento. Véase el creciente número de megamillonarios mexicanos que acaba de publicar la revista Forbes.

La concentración del ingreso conduce a un tipo de crecimiento que tiende a concentrar aún más el ingreso y que se encuentra lejos del potencial económico. Hoy México vive un repunte económico, es cierto, pero también lo es que este crecimiento no beneficia a los mexicanos, ya que sus frutos se concentran en una minoría. La macroeconomía va bien pero los mexicanos seguimos mal.


(*) Profesor-investigador de la Unniversidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa. Correo electrónico: castaingts42-juan@yahoo.com.mx



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