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La insignia
1 de enero del 2005


Código plural para examen de amor*


Alfonso Simón Pelegrí
La Insignia. México, enero del 2005.


Algunos tardos versos

Hay días en que, a veces,
algunos versos tardos, acuciosos,
nos ponen en las manos
perseguida memoria de palabras.

Era el tonto del pueblo

Era el tonto del pueblo: "Salmerón".
Así se le llamaba por la gente,
así se le gritaba por los niños,
así se le decía... y él llegaba
hecho de tonto y burla; hecho de un barro
sin terminar, a medias de ser hombre:
mansa locura blanda, triste risa,
tosco, grotesco lodo, de un buen ángel
hecho de prisa, desganadamente.

Yo te recuerdo andando por las calles
Con tu carga de botes y basuras
y tu miseria servicial y torpe.

Te miraban con asco familiar
los mugrientos harapos... una veces
-Salmerón -te decían- ¿ya rompiste
el traje que te dio el Padre Manuel?
Y el tonto con los ojos en el suelo,
rota la voz ni tan siquiera triste,
entre congoja y manso desencanto,
"mi madre ni me lava ni me cuese"
-decía- y se marchaba
humildemente resignado y dócil;
hecho de oveja, pan, de perro y niño
como en todos los tontos es costumbre
como todos los tontos desde siempre.

Yo te recuerdo absorto en la parroquia
esperando a los duelos; allí estabas
goloso de los cantos y el incienso.
Nunca tu pie descalzo dejó de acompañar
a los muertos, sumisos como tú,
y como tú apacibles.
Dios sabría el porqué de tu asistencia
a todos los entierros, mas tú allí:

latín, luto, alcanfores de trajes domingueros,
pleitesía de cera y de rodillas mansas.


Se pasaron los años... ya en América,
por carta me dijeron:
"Alfonso, ha muerto Salmerón. ¿Te acuerdas
de aquel tonto grandón siempre risueño?
Aquel tonto que andaba por las calles
acarreando basura y trapos viejos,
apenas solamente un tonto humilde y sucio
y tontamente bueno;
aquel tonto alquilado para servir a todos
los vecinos del pueblo,
y que nunca dejaba de concurrir a todos los entierros.
Pues hace una semana se nos fue
A buscar lavandera allá en el cielo."

"...¿Y a que tú no sabes quién
iba presidiendo el duelo?
Doin Cristóbal, el alacalde,
Con su vara, y un sereno,
tal como si Salmerón
fuera como cualquier muerto."

Yo en estas líneas sentí
que me ganaba el sentimiento,
y me venía, agridulce,
una alegría por dentro:
Municipal teología
de un alcalde de mi pueblo
para cambiar con su vara
donde estaba el limbo, el cielo.

¡Alcaldadas de Estepona
que hacen hombre a un tonto muerto!

Para impedir olvido

En tus manos tendidas todo el peso del mundo,
como el vuelo del pájaro, dulce razón del aire;
amanece más pronto si junto a mí tu lado
y se entristece el tiempo si le impones tu ausencia.

Asiduos a tu gracia los motivos del gozo
que a tu proximidad de tierra se estremecen,
porque la yerba sabe los cortejos del agua
y los signos del aire si cuando tú conmigo.

Testigo de tu júbilo, tu desnudez unánime;
total, irrepetible, vidrio y celeste crónica,
donde dan su evidencia clarísima los signos
para entender el mundo si tú así lo decretas.

Testimonio de amor, yo madrugo tu tiempo
porque el alba se sabe si alumbra con tu nombre,
que todo se amanece cuando son tus palabras
y lo detiene, absorta, tu imagen insistida.

Hecha estás a mi aliento, hecho estoy a tus labios,
juglar devoto tuyo, cronista de tu piel,
donde la siempre dádiva de un lirio fidelísimo
se prodiga cumpliéndote tus secretas orillas.

Paje juglar de miel, te busca la memoria
de mi boca que sabe tu intimidad más plena;
carnal jaculatoria de total homenaje,
mis labios te conocen como una flor violada;
como una fruta ácida procazmente mordida
con las voracidades de mis dientes tenaces;
en un mundo ordenado para gustarte siempre,
de colores redondos donde rodar el tiempo.

Adviento hasta un domingo donde se notariaba
diese la tierra pan, carne de amor la espiga,
cuando nos asomábamos, adivinando el mundo,
a las inciertas lunas de espejos astillados.

En el principio el amor... pero era tu ventana
la defensa del vidrio donde estaba tu rostro,
la vigilia del sueño donde tus manos fueran,
tu detenida imagen impidiendo el olvido.

Mi corazón humilde

Porque siempre conmigo permanece
la devoción segura de tu imagen,
y mi memoria te recorre toda
tan amorosamente recreándote;

porque nunca me deja tu recuerdo
agrupando de amor mis soledades,
mi corazón te cerca y te sostiene;

déjalo desde lejos requebrarte,
repitiendo aquel nombre que no puedo
con que mi voz te sabe.

Mi corazón humilde te requiere,
déjalo que te hable.

Cuando Dios es silencio

Antes de que existieran volúmenes y espacios
y era Dios contemplándose en su espejo de sí;
antes de que narrásemos algunos de sus gestos
y datos anecdóticos de su biografía
por las pueriles láminas de la Historia Sagrada;
era un lugar aquel donde Dios no era gráfico
ni estaban limitándolo teólogos y cánones.

Mañana desde ayer no eran unaugurados,
y se desconocían las causas y las fechas
de la primera piedra y el descubrir estatuas;
ni era tampoco aún el tiempo de los números,
ni de inventar el punto para colgarle un péndulo
con su vaivén de vueltas y dale al mismo sitio.

La noche y su distancia mirando de esperar
los huecos de la nada para empezar el tiempo;
estaba y era el Verbo cuando a la vez el Padre
mirarse con amor. Narciso teológico,
sobre un espejo oscuro, trinitaria paloma.



(*) Poemas del libro del autor Código plural para examen de amor (viejos y nuevos poemas) 1968-2002. México, Siglo XXI, 88 p. (La creación literaria) Reproducido con autorización de la editorial.



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