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La insignia
23 de abril del 2005


Los sonidos del copyleft


David Casacuberta
República Internet. España, abril del 2005.


Leo con interés la iniciativa del Music Technology Group de la Universidad Pompeu Fabra para desarrollar un ambicioso proyecto, el Freesound Project. Se trata de una base de datos de sonidos (más que de "músicas") que puedan reciclarse para diferentes proyectos: música, multimedia, películas, etc. siempre bajo licencia Creative Commons.

No se trata ni mucho menos de la primera iniciativa de base de datos de sonidos. Los aficionados al arte digital seguramente recordarán los diferentes proyectos de bases de datos del artista/programador Thomax Kaulmann, como Orang-Orang, una impresionante base de datos de sonido, samplers, músicas y cualquier otro elemento para facilitar la vida de los músicos digitales. Orang-Orang llegó a su fin cuando uno de esos "iluminados" que confunden el radicalismo con el vandalismo y el borrar ficheros con ser un gran hacker destruyó esa base de datos de forma irremisible. Parte por mosqueo y parte por imposibilidad física de recuperar toda la base de datos, Thomax dio por terminado el proyecto.

Esa es una de las razones por las que me alegra la iniciativa: hace falta una organización detrás, con buenos servidores, personal y equipo para hacer backups, programadores que vigilen la seguridad para asegurar que estas bases de datos de creación colectiva no desaparecen porque hay alguien aburrido que ha decidido "sorprender" al mundo. Así pues, mis felicitaciones a la gente del Music Technology Group y una invitación a todos los creadores sonoros a subir sus piezas.

Ahora bien, no nos engañemos. Esto es solo la mitad de la batalla. Insisto, es una iniciativa muy potente, pero todavía no es suficiente. La música popular está tan presente en nuestras vidas como el aire. Y los creadores deberían tener el derecho a compilar y remezclar no sólo los fragmentos que sus compañeros ofrecen, sino la tonelada de sonidos con las que las discográficas nos taladran día sí y día también. Recordemos el contencioso entre Negativeland y U2. O menos conocido, pero igualmente significativo, la remezcla destructiva del Dancing Queen de Abba realizado por KLF, ese grupo visionario que en los años ochenta ya se hacía llamar Kopyright Liberation Front. Ni a Negativeland ni a KLF les habría servido remezclar a partir de samplers libres. Precisamente ellos queríar expresar su opinión como artistas en relación a esa música de consumo.

De nuevo, la licencia para samplear desde Creative Commons, a la que se han adherido gente de prestigio como David Byrne o Le Tigre (Bueno, Le Tigre no sé si tiene mucho prestigio, pero yo las encuentro muy divertidas y tenía ganas de sacarlas en un post! :)" es un paso adelante. Pero también veo claro que los más ubicuos de la cultura musical comercial, aquellos a los que a uno le apetece más samplear, son precisamente aquellos que no van a sacar temas con licencia para samplear ni locos. Por no hablar de excentricidades como el copyright que protege el ruido del motor de una Harley-Davidson.

En esta época de la cultura del remix necesitamos material libre para ser remezclado, pero también el permiso de samplear y pegar para poder expresarnos libremente en relación a nuestra cultura musical y sonora. ¡Toc! ¡Toc! ¿Hay algún gobierno por ahí para la labor? Hum... Deben de estar muy ocupados haciéndole la cama a la "industria del entretenimiento".



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