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La insignia
22 de marzo del 2004


Juegos de guerra


Rodolfo Walsh
Revista Nueva Política*, julio de 1965.


A principios de este año, el semanario L'Express publicó la versión de una hipótesis de guerra presuntamente discutida en el Estado Mayor francés. La hipótesis está referida a 1970, fecha ideal en que se supone: a) que el general De Gaulle habrá puesto a punto su force de frappe, b) que para entonces dicha force de frappe no será obsoleta y c) que el "enemigo" aguardará amablemente que a) y b) se cumplan. En líneas generales, el juego de guerra se desarrolla así:

El ejército soviético invade Alemania Occidental y la ocupa casi sin resistencia. Los estados mayores occidentales no prevén para este caso una respuesta atómica que devastaría Europa. El general De Gaulle prevé justamente esa respuesta. En consecuencia, intima a Moscú la retirada de sus tropas antes que lleguen a la frontera francesa. Moscú no responde. Veinte aviones franceses con sus cargas nucleares -la famosa force de frappe- despegan rumbo a la Unión Soviética. París prevé que quince de ellos serán derribados antes de alcanzar sus objetivos, pero los cinco restantes llegarán: a Moscú, Leningrado, Volgogrado, etc., y que antes de que eso ocurra la Unión Soviética cederá. Las previsiones se cumplen (siempre se cumplen, sobre el papel). Cuando las cinco máquinas están cerca de sus blancos, llega la noticia de que los rusos se retiran. Todo el mundo exclama "¡Uff!" y se enjuga el sudor de la frente. Se ordena el regreso de los aviones. Europa está salvada.

-¿Esto es todo lo que pueden ofrecernos en materia de planes de defensa? -pregunta un oficial.

-¿A usted se le ocurre algo mejor? -responde agriamente el director del ejercicio.

El oficial no alcanza a formular la pregunta que, supongo, está en su ánimo. ¿Qué pasa si ahora, cuando la force de frappe está diezmada, los rusos retoman sencillamente su avance?

Doctor Strangelove

La fruición de los juegos de guerra ha invadido las capitales occidentales hasta convertirse, casi, en un entretenimiento de sociedad. El último ha merecido su difusión simultánea durante el mes de junio en el US News and World Report, en el semanario uruguayo Marcha y en una revista petrolera local (Confirmado). Aparece bajo la forma de un reportaje a Herman Kahn, master estrategist del Departamento de Defensa y modelo vivo -según algunos- del cinematográfico doctor Insólito.

La palabra "juegos" no es peyorativa. Tiene un significado técnico preciso o, si se quiere, dos significados técnicos que se refuerzan. Al juego de guerra clásico se ha incorporado recientemente como método de análisis la teoría matemática de los juegos, elaborada a partir de 1928 por Von Neumann. Esto explica que el señor Kahn sea presentado como "matemático" e ilumina a giorno la terminología que usa. Por ejemplo: "En nuestros estudios estratégicos nos ponemos en lugar de China y nos ponemos en lugar de Rusia. Si jugamos a ser los rusos preguntamos ¿qué podemos hacer en Vietnam?".

Delirios vietnamitas

Y bien, ¿qué pueden hacer los norteamericanos en Vietnam? Mandar más tropas, dice el insólito señor Kahn. Con 10 a 20 divisiones es posible no sólo dominar al Vietcong sino ocupar todo Vietnam del Norte. China no reaccionaría porque teme los bombardeos. Rusia no reaccionaría porque tiene problemas con China.

Planteada de este modo, la hipótesis es de difícil refutación. Tal vez un método de abordarla consista en examinar otros productos más accesiblesdel mismo cerebro que elabora ese enunciado. Le preguntan al señor Kahn cómo haría para dominar a las guerrillas del Vietnam.

La fantástica respuesta dice:

"Tratar los problemas como si fueran, en parte, de tipo policial... La manera de crear una banda amotinada en una gran ciudad es capturar al jefe. Cuando lo reemplazan hay que capturar al reemplazante y así sucesivamente. Lo que podríamos hacer en muchas áreas es infiltrarnos en el movimiento del Vietcong por los métodos clásicos: informantes, agentes dobles, mujeres despechadas, coimas y amenazas... Tenemos gente que podría hacerlo, muchos miembros de nuestros departamentos de policía o de los servicios de Inteligencia..."

Nadie duda de que el método triunfaría si los guerrilleros vietnamitas operaran en los alrededores de Kansas City, y no en su propia tierra invadida. Otras afirmaciones en que el señor Kahn funda sus argumentos son un verdadero desafío a la semántica:

a) "Los rusos son prudentes"
b) "Los indochinos son antichinos"
c) "Por lo que respecta a los problemas prácticos de conducir una guerra, Estados Unidos está en realidad más cerca de Vietnam que la China"
d) "Para la mayoría de los vietnamitas, el Vietcong aparece como un títere de los chinos"
e) "Los chinos son un pueblo muy cauteloso"
f) "Los alemanes son cautelosos"
g) "Los rusos no son un pueblo cobarde"

Creo que a partir de este tipo de frases totalmente desprovistas de sentido es más fácil juzgar la actividad mental del master estrategist y por ende el juego que se apoya en semejantes datos.

El caballo del coronel

La teoría matemática de los juegos es, por supuesto, una construcción seria. Su uso por cerebros mediocres puede dar resultados divertidos, que se vuelven peligrosos en cuanto se incorporan a la doctrina militar de una de las mayores potencias del mundo. Desde luego, el requisito esencial para que la aplicación de la teoría dé soluciones correctas es que las variables sean conocidas. No basta jugar a los chinos para convertirse en un chino. Pretender que los alemanes son "cautelosos" es burlarse de una historia reciente. Fingir que en Vietnam la delación puede funcionar a favor del invasor y no del invadido es, por lo menos, una idiotez.

En rigor, los norteamericanos han carecido de información, o la han evaluado erróneamente, en los tres episodios clave de los últimos quince años: la reacción china junto al Yalu, el primer sputnik, el caso Cuba. En Vietnam, los efectivos norteamericanos se acercan ya al nivel propuesto por Kahn. Eso no ha impedido una ofensiva cada vez más fuerte de la guerrilla.

Queda, por último, un punto que Kahn se cuida de mencionar. En alguno de los juegos con que entretiene sus ocios y gasta la plata del Departamento de Defensa y el tiempo de los periodistas, no aparece un saddle point, una solución unívoca. Según la teoría, la decisión se toma entonces introduciendo el azar mediante un simple golpe de dados.

Eso nos trae al mejor juego de guerra que yo conozco. Ocurrió hace ya varios años -cuando la caballería estaba compuesta por caballos y no por tanques- en nuestra escuela de guerra. Un victorioso coronel lanzaba sobre las últimas defensas enemigas una carga irresistible en el papel, cuando el árbitro suspendió el operativo y adjudicó el triunfo al enemigo.

-¿Qué pasa? -preguntó el indignado coronel.

-Su caballo acaba de rodar -sentenció inapelable el árbitro.


(*) Publicado en Internet por Página/12.



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