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La insignia
27 de octubre del 2002


El patrimonio cultural, objetivo militar del imperialismo


Aldo Guzmán Ramos
La Insignia. Argentina, octubre del 2002.


El abanico de guerras que se extiende desde Colombia hasta Indonesia, pasando por Afganistán, la zona del Cáucaso, Balcanes y parte de África subsahariana tiene un inmenso costo humano y económico, generando enormes movimientos de capital, bienes y personas.

En general estos conflictos armados tienen un denominador común y es la participación (directa o indirecta) del imperialismo, principalmente estadounidense, el cual actúa como instrumento del capitalismo para asegurarse la dominación mundial.

El imperialismo, a partir del uso de las armas (fundamentalmente) destruye el patrimonio cultural e histórico de los pueblos, que es el que permite transmitir la historia de una determinada sociedad, por lo cual posee una gran importancia en la formación de la identidad de los pueblos. La desaparición del patrimonio genera en los individuos la perdida de las posibilidades de saber "quien es" y fundamentalmente "hacia donde va".

El patrimonio, muchas veces identificado con la herencia, es en sí mismo un concepto que alude a la historia, que entronca con la esencia misma de la cultura y es asumido directamente por los grupos locales. Es la síntesis simbólica de los valores identitarios de una sociedad que los reconoce como propios, implicando un proceso de reconocimiento intergeneracional.

El patrimonio son aquellos bienes, materiales e inmateriales, sobre los que, como en un espejo, la población se "contempla para reconocerse", para reconocer sus raíces, su historia. Un espejo que la gente ofrece a sus huéspedes para hacerse entender, en el respeto a su trabajo, a sus formas de comportamiento y su intimidad. Puede ser reconocido entonces, no sólo como un recurso capaz de generar una cohesión social al dar identidad a un pueblo, sino también como potencial recurso generador de riqueza y empleo cuando se transforma en un producto turístico.

Pero, precisamente por ser, el patrimonio, un elemento que permite dar identidad a una sociedad, el imperialismo, como avanzada de la expansión económica capitalista; ha elegido como uno de sus objetivos militares a aquellos bienes que permiten ir rompiendo los lazos de unión entre los individuos.

Así, el sistema económico hegemónico en su afán de apropiarse de materias primas, mano de obra barata y nuevos mercados, ha provocado una importante destrucción del patrimonio cultural de la humanidad, a veces de forma directa (amparándose por ejemplo en una supuesta protección de los derechos humanos) y en otras ocasiones indirectamente (apoyando a grupos que teóricamente luchan por su libertad).

Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos llevaron a cabo guerras de agresión brutales contra la República Democrática y Popular de Corea, Vietnam y el resto de Indochina, además de campañas contrarevolucionarias sangrientas en Asia, en África y en América Latina con un costo en vidas humanas que se elevan a millones.

Pero una vez terminada la confrontación con el "enemigo comunista", el imperialismo estadounidense ha provocado guerras contra todas las fuerzas opositoras que se encuentran en su camino, abarcando todo el espacio mundial, buscando asegurar los elementos necesarios para perdurar como sistema.

De esta manera intervienen en Oriente Medio, por sus vastos recursos en petróleo y en gas que son de una importancia estratégica para el imperialismo de EEUU; que ha mantenido su hegemonía en Oriente Medio con una política en la cuál, los dos pilares fundamentales son el respaldo al estado sionista de Israel y a los regímenes árabes reaccionarios, en detrimento de las masas palestinas y otros pueblos, como los kurdos, los chechenos, los georgianos, etc. Por ejemplo el embargo y la agresión militar imperialista constante contra Irak bajo los auspicios de las Naciones Unidas, es un esfuerzo criminal por controlar los recursos petroleros de la región y para someter un pueblo y un gobierno (esto obviamente no justifica ciertas acciones del gobierno de Saddam Hussein).

Los preparativos de guerras imperialistas también se intensifican en la región asiatico-pacífica. Los Estados Unidos amenazan Corea del Norte (incorporándola al llamado eje de países terroristas) y aplican una política dual con respecto a China; por un lado intentan que acepte una mayor influencia del imperialismo estadounidense, y por otro buscan "contener" la potencia industrial y militar creciente de China a través del acuerdo con Japón. El subcontinente indio es de una importancia inmensa para el control del Océano Indico y la contención de China. En su objetivo de control, los imperialistas no están interesados en que se resuelvan los problemas del subcontinente, como el de Cachemira; ya que prefieren que se mantenga como la "manzana de la discordia" entre India y Pakistán, para poder actuar en función de sus intereses, aunque esto implique muerte o destrucción para estos países.

En África, los Estados Unidos instigaron la guerra de agresión contra la República Democrática del Congo, llevada a cabo por las tropas ruandesas, ugandesas, y de Burundi. El objetivo esencial de la guerra era apoderarse de los recursos mineros de la tierra congolesa. Esta guerra está estrechamente ligada a la de Angola, donde UNITA (creada por la CIA y sostenida por las corporaciones estadounidenses), ha desencadenado una gran ofensiva contra las fuerzas gubernamentales, también, en este caso, están en juego grandes recursos (como diamantes, petróleo, etc.).

Por último, en América Latina; por ejemplo Cuba ha sufrido más de cuarenta años de ataques por parte de los Estados Unidos bajo diferentes formas (desde la invasión militar de Playa Girón en 1961 hasta el bloqueo económico, pasando por atentados e instigaciones a revueltas).

En el resto del continente, el imperialismo de EEUU continúa recurriendo al terrorismo de estado y a los grupos paramilitares fascistas contra la resistencia popular, y bajo el pretexto de apoyar los ejércitos latinoamericanos en su combate contra las guerrillas, o contra el tráfico de drogas, los Estados Unidos pretenden subordinar cada vez más y aumentar su presencia militar en Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela y Guyana.

Considerando lo planteado, puede decirse que el imperialismo avasalla la soberanía y la independencia de las naciones, se inmiscuye en los asuntos internos de los países invocando con arrogancia, los pretextos de "democracia, libertad, autodeterminación de los pueblos, paz, multipartidismo, elecciones libres y derechos humanos", todas patrañas que esconden intereses exclusivamente económicos.

Por otra parte, si el gran enemigo de Estados Unidos y de Occidente fue eliminado (el comunismo con la URSS como pilar fundamental), porque el presupuesto militar de los EEUU se eleva a mas de 400.000 millones de dólares, correspondiendo a casi el 40% de los gastos militares mundiales, ¿solo para protegerse del terrorismo internacional?, terrorismo que la misma superpotencia ha generado, ¿o acaso Osama Bin Laden no es un "producto" de la CIA, alistado por la agencia para enfrentar la agresión soviética (1979-1989); o ¿será para defenderse del "Eje del Mal"?, es decir de posibles ataques de Irak, Irán, Corea del Norte, Cuba, etc. Esto es poco creíble.

Pero si es seguro que este excesivo gasto militar, ha permitido los horrores de la guerra del golfo, la invasión de Somalia, Haití, Bosnia, Yugoslavia, atrocidades y ataques terroristas en Libia, en Afganistán o en Sudán, conflictos en Africa central (Congo) o en América Latina (Por ejemplo: el Plan Colombia).

Si hacemos una lista de los países bombardeados por los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial nos daremos una idea del alcance mundial del imperialismo norteamericano: China, 1945-46, Corea 1950-53, China 1950-53, Guatemala 1954, Indonesia 1958, Cuba 1959-60, Guatemala 1960, Congo 1964, República Dominicana 1965, Perú 1965, Laos 1964-73, Vietnam 1961-73, Camboya 1969-70, Guatemala 1967-69, Granada 1983, Libia 1986, El Salvador década de 1980, Nicaragua década de 1980, Panamá 1989, Irak 1991-2001, Sudán 1998, Afganistán 1998, Yugoslavia 1999, Afganistán 2001-2002... y seguramente seguiremos ampliando la lista, pues las armas del imperialismo de EEUU sirven para mantener y expandir el capitalismo. Para ejemplificar esto, basta con la frase del Mayor Gral. Smedley D. Butler de principios de siglo XX, quien dijo "he dedicado treinta y tres años y cuatro meses al servicio activo de nuestra fuerza militar más ágil, la infantería de marina (...). Durante todo este período he dedicado la mayor parte de mi tiempo a servir a los intereses de los grandes negocios, a Wall Street y a los banqueros. En resumen, fui un pistolero a las órdenes del capitalismo... pienso que hasta le hubiera podido dar algunas indicaciones a Al Capone. Lo más que pudo hacer él fue operar sus sucios negocios en tres distritos en la ciudad de Chicago. Los marines, en cambio, operábamos en tres continentes".

Toda esta intervención militar imperialista en el planeta ha provocado en todos los países, aparte de la "lógica" destrucción de objetivos militares, una considerable destrucción de bienes que conformaban el patrimonio, no solo de cada uno de esos pueblos, sino de toda la humanidad.

Pretendiendo simplemente ejemplificar lo planteado sobre el accionar del imperialismo en su intento de aniquilar la "identidad" de los pueblos, "destruir" su soberanía y "amoldarlos" al nuevo orden económico mundial, mediante la destrucción sistemática (entre otras cosas) de su (nuestro) patrimonio cultural, mencionaremos brevemente los efectos dejados por la guerra en Bosnia.

En el territorio de la antigua Yugoslavia, los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, permitieron una destrucción del patrimonio (y de vidas) en suelo bosnio indescriptible, para que luego la operación militar tuviera como argumento la intervención por la violación de los "derechos humanos".

¿Que sucedió con el patrimonio en la cruenta guerra en Bosnia-Herzegovina entre 1991 y 1995? Fue una guerra devastadora en todos los sentidos, que se cobró un número elevado de vidas humanas producto de la llamada limpieza étnica; pero junto a ésta se llevó a cabo una limpieza cultural que dañó seriamente el patrimonio cultural del pueblo bosnio y el de toda la humanidad, en definitiva.

El patrimonio del pueblo bosnio, se establece sobre las bases de una cultura y forma de vida conformada por católicos, ortodoxos y musulmanes, por lo cual supone un triple enriquecimiento del patrimonio cultural; patrimonio que se quería hacer desaparecer sin más, por causas ideológicas, políticas y económicas.

La magnitud de la devastación es aterradora; los datos obtenidos revelan que fueron destruidas más de mil mezquitas (de las que unas veinte datan del siglo XVI), 150 iglesias católicas, 15 iglesias ortodoxas, 4 sinagogas y otros mil monumentos culturales, incluyendo museos, bibliotecas, archivos y colecciones de manuscritos.

En lo que respecta a los daños infligidos a las bibliotecas se han contabilizado 188 bibliotecas dañadas y 43 completamente destruidas, como el caso del Instituto de Estudios Orientales de Sarajevo (de renombre mundial) que contenía manuscritos árabes, turcos, persas y bosnios; enciclopedias, obras de historia, geografía, política, teología, filosofía islámica, obras sufíes, obras de ciencias naturales y matemáticas, de derecho, diccionarios y una colección de poesías bosnias y otomanas, desde el siglo XI al XX, toda esta riqueza cultural fue sacudida, el 17 de mayo de 1992, por balas incendiarias, destruyendo toda la colección en pocas horas, constituyéndose así en lo que podría ser la pérdida cultural más grave de toda la guerra.

También fue importante la destrucción de valiosos grupos de documentos en los monasterios franciscanos relacionados con la Bosnia Medieval, la administración turca y la dominación austro-húngara, las comunidades religiosas islámicas, la antigua Iglesia ortodoxa de Sarajevo, El departamento de documentos de la Academia de las Artes y las Ciencias y el Museo del Estado.

Frente a toda esta destrucción, ¿qué hicieron las potencias militares? ¿qué hizo el imperialismo estadounidense? Simplemente nada; solo intervinieron cuando el nivel de destrucción del patrimonio y de vidas humanas fue lo suficientemente elevado como para iniciar sus planes de dominación y control territorial.

Esta destrucción sistemática del patrimonio de los pueblos del mundo, permite al capitalismo, a través del imperialismo, expandir el mercado, homogeneizando el consumo y la producción.

Si bien la UNESCO ha establecido cuatro tratados multilaterales para reforzar la protección del patrimonio, (por ejemplo el Convenio para la Protección de los Bienes Culturales en caso de conflicto armado, más conocido como Convenio o Convención de La Haya del año 1954 (entro en vigor en 1956) y su protocolo que junto con el convenio referente a las medidas a tomar para prohibir e impedir la importación, exportación o venta ilícita de bienes culturales) y que la Convención de La Haya (ratificada por más de 100 Estados), el Estatuto de la Corte Penal Internacional y los Convenios de Ginebra de 1949, consideran como crímenes de guerra dirigir intencionalmente ataques contra objetivos civiles o contra monumentos o edificios destinados al culto religioso, la educación, las artes y las ciencias entre otros, mostrando la preocupación de los Estados por proteger la cultura, creación humana y patrimonio de los pueblos; la destrucción del patrimonio de los pueblos y de la humanidad, no se detiene, es más aumenta. ¿Cuál será la explicación? Si bien no es una pregunta fácil de responder, podemos ensayar dos aproximaciones.

La primera, y la más simple, puede ser que en un territorio en guerra, las reglas y normas internacionales pierden vigencia y ese espacio se convierte en "tierra de nadie", pero también podemos pensar que existen fuertes intereses de las grandes potencias militares en general y por parte del imperialismo estadounidense en particular para no impedir la destrucción del patrimonio cultural de los pueblos, como una forma de someter a los individuos al orden internacional impuesto por el capitalismo. Es más, no solamente en ocasiones no impide la destrucción, sino que en general colabora (directa o indirectamente) en la aniquilación de aquellos elementos que otorgan identidad a los pueblos dentro de esta globalización capitalista que busca homogeneizar todo el planeta, menos el reparto de las riquezas.

En definitiva, el militarismo imperialista diseñado con el propósito de construir y mantener el imperio capitalista, permitiendo así la penetración y dominación económicas de los países, ha provocado una pérdida de la soberanía nacional y de la identidad de los pueblos, a partir de la aniquilación de aquellos elementos que permiten mantener vivo el sentido de nacionalidad.

Para concluir, podemos decir que el imperialismo, avanza en el mundo de diferentes maneras; bajo la premisa el fin justifica los medios, de esta forma el fin es apoderarse de la mayor porción posible de riquezas del mundo y los medios la creación de conflictos armados, la generación de revueltas, etc. para evitar la oposición. Estos medios usados por el imperialismo, generan la destrucción masiva del patrimonio cultural de los pueblos, como en el caso mencionado de Bosnia-Herzegovina. A veces esta destrucción la realiza directamente, atacando mediante coaliciones de países (encabezadas por Estados Unidos); en otras ocasiones permiten la destrucción de pueblos proveyendo secretamente armas o instigando para que los grupos no lleguen a un entendimiento pacifico.

Esta destrucción del patrimonio genera, a mediano y largo plazo, la perdida de la cohesión social a raíz de la aniquilación de aquellos elementos identitarios.

La perdida de la identidad de los pueblos aparece así como una estrategia que permitiría establecer en forma definitiva los patrones de consumo y de producción fijados por el sistema capitalista.


Bibliografía
ARIAS EIBE, Manuel J. (2001). El Patrimonio cultural. España. Ed. Comares S.L.
COOLEY, John R. (2001). Guerras profanas: Afganistán, Estados Unidos y el terrorismo internacional. España. Editores Siglo XXI.
KALDOR, Mary. (2001). Nuevas guerras. España. Ed. Tusquets.
ORTEGA TEROAL, Juan M. (2001). Intervención de la OTAN en Yugoslavia. España. Ed. Septem.
SAID, Edward (2002). Cultura e imperialismo. Barcelona. Ed. Anagrama S.A.



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