La insignia
8 de febrero del 2001


Revista de prensa

Por favor, toca el botón


Pedro Lipcovich
Página/12. Argentina, 8 de febrero.


"Muy bueno lo suyo, doctor, pero, la verdad, era más lindo cuando no era tan fácil...", anticipa Página/12 que contestarán las pacientes al médico que inventó la manera de producir el orgasmo femenino a voluntad y por control remoto. El doctor, de un centro médico norteamericano, descubrió que la estimulación eléctrica en determinados puntos de la médula espinal desencadenaba el placer y diseñó un aparato -aún en etapa experimental-que podría reproducirlo. "Es teóricamente correcto", comentan especialistas independientes, aunque advierten que ese logro "sólo concierne a los componentes locales del orgasmo, pero no a las emociones, las fantasías" que lo hacen tan interesante. Más allá de las discusiones, valga la noticia para aprender un poco más sobre eso que es tan propio y tan extraño: el orgasmo.

El anuncio se efectuó en la revista británica New Scientist. El doctor Stuart Meloy, del centro Piedmont Anaesthesia and Pain, de Carolina del Norte, Estados Unidos, le estaba aplicando quirúrgicamente unos electrodos en la espina dorsal a una paciente aquejada de dolor crónico, cuando la mujer empezó a proferir lo que después el doctor describió como "unas enfáticas exclamaciones". Meloy le preguntó qué le pasaba y ella contestó: "Va a tener que enseñarle a mi marido cómo se hace eso". Lo que el marido no sabía era cómo desencadenar el orgasmo de su esposa, y la descarga eléctrica en la médula espinal lo había conseguido.

Meloy transformó su hallazgo en un invento: un implante a nivel de la espina dorsal, conectado a un generador de señales del tamaño de un paquete de cigarrillos que a su vez se implanta en una nalga y es activado por el botón de un pequeño control remoto. El dispositivo "sólo está concebido, en principio, para casos de mujeres con graves dificultades para alcanzar el orgasmo", según su creador.

¿Servirá este aparatito para las mujeres argentinas? León Gindin -profesor titular de Sexualidad y Salud en la Universidad de Belgrano- contestó que el hallazgo "es teóricamente correcto, ya que el centro del orgasmo femenino tiene una primera localización en la médula espinal", y explicó que "el camino del orgasmo tiene su punto de partida en el clítoris, desde donde el impulso sube hasta el cerebro por la médula espinal; luego de haber sido procesado en el cerebro, baja otra vez por la médula espinal hacia la vagina, cuyos músculos se contraen en el reflejo orgásmico".

De hecho, contó Gindin, la estimulación de la médula espinal ya fue utilizada a fin de conseguir la emisión de semen, para inseminación artificial, en varones con lesiones medulares que no les permitían eyacular, "y las eyaculaciones así provocadas van acompañadas por sensación de orgasmo", en la medida en que esta sensación está ligada "a la contracción de los músculos periuretrales, en el varón, y a la de los músculos pubococcígeos en la mujer".

Sin embargo, puntualizó el especialista, la estimulación de la médula espinal "sólo concierne a los componentes locales del orgasmo, no a sus componentes cerebrales", es decir, "las emociones, las fantasías, todo eso que hace del orgasmo algo incomparable". Por eso, más sensato y "mucho más fácil es buscar el orgasmo por estimulación", digamos, natural, y "combatir las inhibiciones mediante terapia sexual u otros recursos".

También Roberto Sica, profesor de Neurología en la UBA, encontró que el invento "es factible", ya que los impulsos nerviosos que desencadenarán el orgasmo "se vehiculizan hasta la corteza cerebral por los cordones anterolaterales y posterior de la médula espinal. Por lo tanto, un estímulo en la médula espinal puede estimular las vías que llegan a la corteza". De todos modos, como "esas vías ocupan posiciones anatómicas particulares dentro de la médula", el neurólogo hizo una observación que ningún varón debiera olvidar: "Tiene que haber una posición particular del electrodo". Desde la médula espinal, el impulso llega al lóbulo temporal, "donde se hace la interpretación de la situación", puntualiza Sica y subraya cualquier mujer. Si la interpretación es que está pasando algo más interesante que un electrodo en la médula, "eso termina en el orgasmo que incendia la corteza", metaforiza el neurólogo para explicar que "esto significa que, en el momento del orgasmo, ninguna otra sensación puede tener lugar: si había un ruido, no se escucha; si existía un dolor, desaparece". Quizá por eso, el especialista observa que "no parece razonable introducir un orgasmo artificial: ¿cuál sería el momento preciso de apretar el botón?".

Como sea que el orgasmo se desencadene, los centros cerebrales que le corresponden se localizan "en el sistema límbico, uno de los más antiguos en la evolución, comprometido en funciones básicas -señala Rubén Muzio, profesor de Biología del Comportamiento en la UBA-: el orgasmo es buen ejemplo de una función básica esencial, ya que, al ofrecer un bonus extra, contribuye a asegurar la fecundación".

Hay que decir que un autor de ciencia-ficción, Larry Niven en Mundo anillo, previó -mejor que Kubrick en 2001- lo que iba a suceder este año: una raza extraterrestre cuenta con un aparatito que, sin siquiera necesidad de implante, desencadena el orgasmo en el ser humano cuando el operador lo decida; pero los beneficiados reaccionan no con placer sino con terror. A diferencia del doctor Meloy, el escritor adivinó, en ese placer sin límite, un punto de horror.



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