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La insignia
23 de agosto del 2001


Revista de prensa: Entrevista con Ernesto Sábato

«Toda la vida he sido un venerador de utopías»


Marcelo Birmajer
El Mundo. España, 23 de agosto.


BUENOS AIRES.- Aunque en invierno los días argentinos duran poco, todavía había luz cuando toqué el timbre de la puerta de hierro de la casa de Ernesto Sabato, sobre la calle Langeri, en Santos Lugares, provincia de Buenos Aires. Sabato nació en esta misma provincia, pero en el pequeño pueblo de Rojas, en 1911. Es la primera vez que lo visito y dos datos me llaman la atención con igual fuerza: la sencillez en la que vive este hombre cuyos libros se han traducido a más de 30 idiomas y cuyos últimos títulos figuraron durante meses en las listas de best-sellers, y la similitud absoluta entre su rostro y figura de hace 30 años -las fotos de las contratatapas- y su presente. Le digo que está igual a las fotos de sus libros de los años 60. - Hace tiempo que he tomado la decisión de no envejecer más -me responde.

Y luego agrega que ése es un privilegio de los hombres que «siempre han trabajado por su cuenta». Lo cierto es que Sabato publicó sus dos novelas política y filosóficamente más potentes, Sobre héroes y tumbas y Abaddón, el exterminador, en 1961 y 1974 respectivamente, una época sacudida por «ismos» de una y otra especie, marxismo, guevarismo, golpismo, militarismo, sin dejarse llevar por ninguna corriente, más bien siguiendo aquel título de Isaiah Berlin: contracorriente.

Cuando le comento que me parece destacable su temprano abordamiento crítico de la ortodoxia marxista militante y al mismo tiempo su equidistancia de respuestas a menudo articuladas de modo no menos ortodoxo, como por ejemplo el psicoanálisis freudiano, tan en boga en el Buenos Aires de aquellos años, responde con una humorada que vale la pena compartir:

- Yo siempre he sido partidario del piscoanálisis - ¿Por qué no el piscoanálisis en vez del psicoanálisis? El piscoanálisis provoca efectos mucho más rápidamente y es mucho más barato.

- ¿Cuál es el recuerdo más agradable y cuál el más desagradable de la escritura de «Sobre héroes y tumbas»?

- Hace tanto tiempo, imagínese, han pasado 40 años. Para recordar, más bien imagino recordar, y entonces, melancólicamente me recuerdo en el cuartito de delante de mi casa, obsesivamente escribiendo con poca luz aquellos hechos que me poseyeron durante meses, años. Sé qué entrañable me era Martín y cómo me emocionaban esos personajes como Hortensia Paz que desbordan en candor, en bondad. Los más duros seguramente han de haber sido los momentos del relato de aquellos hechos que han desgarrado a nuestra Argentina, como la Revolución del 55.

- ¿Cuál fue la mayor satisfacción que le deparó, una vez publicada, «Abaddón, el exterminador»; y cuál el peor disgusto?

- Creo que la mayor satisfacción que me dio Abaddón una vez publicada fue el Premio al Mejor Libro Extranjero que me otorgaron en Francia. Una distinción muy prestigiosa por la cantidad de libros que se evalúan. El peor disgusto quizá haya sido el enfrentamiento que por entonces tenía el grupo del boom conmigo y que se agudizó por distintos comentarios que mis personajes dedican a la política, a las ideas que circulaban en aquel tiempo. Fíjese que algunos de mis críticos de entonces, afines a tendencias de la época, que por entonces me criticaban por no ser suficientemente de izquierdas, por ejemplo, luego tomaron actitudes simétricamente opuestas, tan sólo porque les resultó conveniente.

- Por cierto, «Abaddón, el exterminador» y «Sobre héroes y tumbas» ofrecen más de un párrafo burlón hacia las utopías sociales, y también hacia la repetición de clichés en las supuestas vanguardias culturales; amplíeme un poco más cómo fue recibido esto en la candente época en que la novela fue publicada.

- No estoy de acuerdo con su pregunta. Yo toda la vida he sido un venerador de las utopías, y me he jugado la vida tanto en la época en que pertenecía al Partido Comunista hasta llegar a ser el secretario de la Juventud Comunista en Argentina, como en tiempos del Proceso. Lo que siempre he rechazado es la reivindicación de políticas y de ideologías sin que ésta comprometa la vida de quien la hace. Sí, en cambio, he ironizado sobre las supuestas vanguardias culturales en la boca de algunos personajes. Detesto el esnobismo que ha reinado en la pintura durante décadas, y también muchas veces en la literatura.

- A 40 años de su publicación, ¿cuáles cree que son los valores más perdurables de «Sobre héroes y tumbas» y «Abaddón, el exterminador»?

- No soy quien puede decir los valores perdurables de mis propios libros. Pero no reniego de ninguna de las ideas que allí expreso, ni de su estructura literaria: no hay por qué evitar las reflexiones, ni las ideas, ni las posturas en las novelas.

- ¿Cuál cree que es el principal avance, y cuál el principal retroceso, que ha vivido Occidente en los últimos 40 años?

- El mal mayor de los últimos años es el hecho de que la Humanidad se consagró -esta es la palabra que corresponde- al más desenfrenado materialismo, a pesar de las advertencias que se levantaron en contra de esta carrera deshumanizadora. Lo mejor es la solidaridad que va tomando lugar entre los hombres.


(*) Marcelo Birmajer es escritor, su última novela es Tres mosqueteros.



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